martes, 24 de febrero de 2009

HABIA UNA VEZ

Etimológicamente, cuento deriva de la palabra latina computum, que significa cálculo, cómputo, enumeración, clasificación. De cálculo y enumeración pasó a significar la enumeración de hechos y, por extensión, recuento de acciones o sucesos reales o ficticios.

La literatura define como cuento toda narración breve, oral o escrita, de un suceso imaginario. Generalmente, aparecen en él un reducido número de personajes que participan en una sola acción con un sólo foco temático, siendo el suceso narrado el verdadero protagonista.

La humanidad cuenta historias desde tiempos remotos, aunque no se sabe con exactitud cuándo comenzó a utilizarse la palabra cuento para señalar un determinado tipo de narrativa. Su origen puede rastrease hace ya 4000 años (en textos sumerios y egipcios), como relatos intercalados y que luego en la literatura griega (Heródoto, Luciano) toman la forma de digresiones imaginarias dentro de una unidad de sentido. Muchos autores coinciden en que el cuento es el género literario más antiguo del mundo.

Antes del siglo XIX el cuento se manejaba sin plena conciencia de su importancia como género con personalidad propia y a todos rasgos, menor. Sin embargo, hubo buenos cuentistas, como casos raros e individuales. Lo que decididamente no existía era una tradición cuentista, como la que se inicia en este siglo. Obviamente, tampoco existía una teoría literaria acerca del cuento.

El cuento clásico narra en primer plano la historia principal y construye subrepticiamente una segunda historia. El arte del cuentista consiste en saber encajar ambas. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.

La versión moderna del cuento abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada, trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverla nunca. El cuento moderno cuenta las dos historias como si fueran una sola.

La teoría del iceberg de Hemingway es la primera síntesis de ese proceso de transformación: lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión.

Kafka cuenta con claridad y sencillez la historia secreta y narra sigilosamente la historia visible hasta convertirla en algo enigmático y oscuro. Esa inversión funda lo "kafkiano".

Pero volvamos a Poe y su teoría acerca del cuento. En esa extensa crítica que hace de la obra de Nathaniel Hawthorne que transcribimos parcialmente en ediciones pasadas, Poe señala como características del género la brevedad, el logro de cierto efecto, la intensidad, la ausencia de finalidad estética (cualidad que reserva para la poesía)

Esto implica que el cuento es, esencialmente, la narración de un acontecimiento pasado, que tiende a causar un efecto preconcebido en el lector. Y así como el fin último de la poesía es la belleza, el objetivo del cuento es la verdad.

El principal obstáculo con el que nos topamos al querer saber si un texto es cuento o novela es su extensión. ¿Son cuentos Bola de sebo, Wakefield, La metamorfosis? Definitivamente sí. Y es precisamente Kafka quien corre los parámetros del género.

De esta manera, podemos sentar las diferencias entre cuento y novela:
- El cuento sucede en un tiempo determinado, el hecho ya ha sucedido.
– El cuento no implica un corte en el transcurso del tiempo ni el uso de un tiempo subjetivo como en la literatura post-Joyce. Esta es una de las diferencias esenciales con la novela.
– El narrador del cuento queda fuera del círculo temporal del relato. Hecho y narrador discurren en tiempos distintos.
– El novelista teje la trama desde adentro, está inmerso en ella a través de sus personajes. Lo mismo le sucede al lector.
– Filosóficamente, la naturaleza del cuento se establece a priori, para desarrollar los datos que permitan el desenlace del relato.
– El cuentista queda libre en el relato, se ubica afuera, aunque lo narre en primera persona. El novelista es sus personajes, que terminan urdiendo la trama. Igual que el lector.
- El cuento es un mundo cerrado y finito. La novela es abierta e ilimitada.

Hay un breve ensayo publicado por EUDEBA, hace ya una punta de años, pero que todavía se consigue en alguna librería trasnochada. De Poe a Kafka: para una teoría del cuento. Lo escribió Mario A. Lancelotti y lo recomendamos abiertamente, agradeciéndole por los conceptos que hemos aprendido.

Y todo esto porque en Tlön decidimos rendirle homenaje a Poe en el bicentenario de su nacimiento. ¡Brindemos por él y sus fantasmas, que son también los nuestros!

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