“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
martes, 29 de septiembre de 2009
El siglo XIX
Woyzeck (1836) - Georg Büchner
Su obra está atravesada por su preocupación por el dolor humano, la vacuidad y la compasión por todas las criaturas, sumada a la crítica a los valores burgueses. En Woyzeck (o Wozzeck), drama que dejó inconcluso por su muerte temprana, describe los efectos deshumanizadores del entorno de un joven soldado, en una aguda observación acerca de la cretinización a la que induce la pobreza. Extraordinaria caracterización de Klaus Kinski, en la película homónima de Werner Herzog.
Otras obras: La muerte de Dantón
Casa de muñecas (1879) - Henryk Ibsen
Alegato pro-feminista en una sociedad conservadora. El personaje de Nora Helmer, su toma de conciencia y el portazo final con que se hace cargo de las riendas de su vida han sido una bandera en la lucha por la igualdad sexual.
Otras obras: Un enemigo del pueblo, Peer Gynt, Espectros, El pato silvestre, Hedda Gabler
La señorita Julia (1888) - August Strindberg
Una joven condesa convierte en amante a su sirviente, situación que el hombre pretende aprovechar en su beneficio, desencadenando la tragedia. Es una obra que no muestra ideales ni héroes: es la historia de "rudos, cínicos, sin corazón, como ofrece la vida".
Otras obras: El padre
La importancia de llamarse Ernesto (1895) - Oscar Wilde
Difícil traducir el juego de palabras a que hace alusión el título, que sería "la importancia de parecer formal", en una nueva vuelta de tuerca a la crítica a la sociedad victoriana que Wilde tomó como epopeya personal.
Otras obras: El abanico del Lady Windermere, Salomé, Una mujer sin importancia
La ronda (1896) - Arthur Schnitzler
Verdadero desafío de puesta en escena para la época, el texto narra una serie de episodios, relacionados entre sí por los personajes que van pasando de una escena a otra, como si la vida fuera un carrusel. No los une el amor, sino el sexo furtivo y soterrado, desprovisto de toda idealización. Hay una adaptación al cine realizada por Max Ophüls en 1950.
Otras obras: La señorita Else, Amoríos
El jardín de los cerezos (1904) - Antón Chéjov
En plena decadencia del imperio ruso, los aristócratas empobrecidos ven como sus otrora sirvientes se han enriquecido e intercambian los roles. El autor pone en evidencia que las personas no declaman ni viven grandes dramas, sino que la trama cotidiana se construye con vulgaridades y situaciones anodinas.
Otras obras: La gaviota, El tío Vania
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