martes, 8 de junio de 2010

EL MUNDIAL DE LOS POETAS


¿Quién dijo que en Tlön estamos al margen del suceso deportivo que cada cuatro años conmueve el mundo y desplaza durante un mes las disputas políticas, los vaivenes económicos, el calentamiento global y los chismes de peluquería? No, señor. Aquí ya hemos instalado la pantalla gigante y dispuesto el merchandising de rigor para palpitar semejante acontecimiento como se debe.

Y entre pelota y pelota, mientras recurrimos a nuestra creatividad para elaborar cánticos alusivos de inflamada verba, seleccionamos voces de cada uno de los países participantes para organizar nuestro propio mundial de poesía.

Tarea que no fue del todo sencilla, aún contando con la ayuda de Internet, ya que se traduce y difunde poco de lo que se escribe en algunas regiones del planeta. En el caso particular de Corea del Norte el régimen khmer no permite la publicación de escritores que como Baek Sok utilizaba el dialecto pyongan ni se muestran disidentes con el gobierno. Lo mismo que pasaba en el país anfitrión, Sudáfrica, antes de la caída del apartheid. Aún así, dos de sus autores, una de habla inglesa y otro de lengua afrikaans, han sido galardonados con el Premio Nobel. Hablamos, claro está, de Nadine Gordimer y John Maxwell Coetzee, ambos de raza blanca y militantes contra la segregación racial.

Si como decía Pier Paolo Pasolini, "el goleador es siempre el mejor poeta del año" y si como dice la sabiduría popular "goles son amores", qué mejor que transitar este campeonato recorriendo palabras dichas al viento desde los cuatro puntos cardinales.

Y dale alegría, alegría a mi corazón...

Alemania


Herta Müller (1953) Premio Nobel de Literatura 2009

La ciudad del puerto tiene la barriga de agua espumosa
el cielo de carne de sandía el camino rural
para el apartadero una garita de señales y ninguna vía paralela
una boca llena de viento una joroba maíz
apretado muy espetado verde
le pregunté por qué precisamente tú
tienes que marcharte con esas gaviotas de tiza y le miré
de lado mientras hacía las maletas

Argelia


Achour Fenni (1957)

Cuando pasas de cerca (fragmento)

Pasas de cerca,
Plácida al pie mío,
Con la carga de una hormiga
Y la fertilidad de la primavera.
Entre tus pasos se dan prisa mil caminos,
En tu jadeo
Se apresuran mil braseros.
Tú pasas,
Todas mis venas comienzan a sangrar,
Pierdo todos mis costados
Y como un niño de pecho
Comienzo a llorar.

Argentina


Juan Gelman (1930)

El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

Australia


Lauren Williams (1958)

Cayendo

En el contestador
su voz se percibe sutilmente distinta
como si se hubiera abierto una puerta
en el hueco muro de su alma
Entonces creí que una puerta estaba por siempre cerrada
pero se abre de pronto en mí
y me dejo llevar
sin noción alguna del arriba o el abajo
sólo un sentimiento del abismo
como penetrar en el aroma de una rosa
Los pétalos se abren ante mí
y yo, después de tanto arrojarme
¿qué soy yo para creer?

Brasil


Ledo Ivo (1928)

Asilo Santa Leopoldina

Todos los días vuelvo a Maceió.
Llego en navíos desaparecidos, en trenes sedientos.
En aviones ciegos que sólo aterrizan al anochecer.
En los estrados de las plazas blancas pasean cangrejos.
Entre las piedras de las calles escurren ríos de azúcar
fluyendo dulcemente de los sacos almacenados
en los trapiches
y clarean la sangre vieja de los asesinados.
Luego que desembarco tomo el camino del hospicio.
En la ciudad donde mis ancestros reposan en
cementerios marinos
sólo los locos de mi infancia continúan vivos a mi espera.
Todos me reconocen y me saludan con gruñidos
y gestos obscenos o ruidosos.
Cerca, en el cuartel. La corneta que chilla
separa la puesta del sol de la noche estrellada.
Los locos lánguidos bailan y cantan entre las gradas
. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Más allá de la piedad
el orden del mundo brilla como una espada.
Y el viento del mar océano inunda mis ojos de lágrimas.

Camerún


Paul Dakeyo (1948)

(Fragmento)
Dime
Qué triste desierto
nos sitia
Ruido de pasos
Y ruido de armas
A lo largo de los días
A lo largo de las noches
Qué lágrimas nos arrullan
Qué sangre
Qué gritos
Detrás de las alambradas
A cada paso
Las botas
Sobre mi tierra
Dime
Cuántos niños muertos
En Soweto
Cuántos
Para enfrentar Johannesburgo
Y sus morgues
para enfrentar la tierra profunda
Y buscar la palabra
Y buscar los rostros
Y sólo encontrar pálidas sombras
Encontrar sólo la muerte
Porque esos niños eran negros.

Chile


Nicanor Parra (1914)

Cartas a una desconocida

Cuando pasen los años, cuando pasen
los años y el aire haya cavado un foso
entre tu alma y la mía; cuando pasen los años
y yo sólo sea un hombre que amó,
un ser que se detuvo un instante frente a tus labios,
un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿dónde estarás tú? ¡Dónde
estarás, oh, hija de mis besos!

Corea del Norte


Jang Jin-sung (seudónimo usado por un poeta disidente)

En 100 won a mi hija vendo (fragmento)

Agotada, de pie en medio del mercado
“En 100 won a mi hija vendo”
Aplastante medallón de pena
Alrededor de su cuello se colgó un cartón
Al lado de su pequeña hija
Exhausta, de pie en medio del mercado

La madre una sorda muda
Ignorando miraba hacia el suelo
Las maldiciones por la gente lanzadas
Deslumbrada
Ante la madre que vendió
Su maternidad, sus propias carne y sangre.

Corea del Sur


Kwang Yeul Koo (1956)

El ave de paso

Se suicida el ave de paso.
¡Ah!, es tan tonta que se olvida de las alas.
Se suicida aunque las chiquillas aún no pueden dejar
ni primera huella de vuelo.
Se suicida el ave de paso
siendo tonta en la estación.

Costa de Marfil


Tanella Boni (1954)

No paren el circo (fragmento)

No paren el circo, la vida no es un
Carro del festival
Que camina por las parcelas de la
Buenaventura,
Sobretodo que respira el gran aire.

Amo la canción de palabras claras, la
Aurora en el crepúsculo,
Donde la estrella acaricia la hierba que
Se tropieza en la tierra,
La hierba extranjera, que saluda a los
Grandes vientos
Y a la luna cálida.

Dinamarca


Michael Strunge (1958-1986)

Esencia dolida (fragmento)

Te amo cuando me despiertas
con un sexo que brilla en la oscuridad
y tamiza de etéreo sol.
Tu pelo crujiente
gira sutil hacia el ombligo
la noche es pálida como una sábana
y jala mi vientre casi hasta sangrar.
Tus nalgas son ardientes mejillas de ángeles
y brillan más que la luna
brillan en tus manos
y llevan sangre a mi cuerpo.
Tus alas se disimulan bien,
se extienden con sol y besos
y cubren como suspendidas en vaporosa noche.

Eslovaquia


Milan Rúfus (1928-2009)

Destino

La cabeza vendada
de Guillaume Apollinaire
m,enta un poema.
Olvidados del cuerpo
te seguíamos, destino.
Y la espina en la planta del pie
no la sentíamos. El callo en la palma de la mano
formaba parte de ella como un sexto dedo, y sin él
no era nuestra.

Así se enrosca el cuerpo,
se adapta. Como una herradura
nos doblan a medida
de lo inaprensible.

Y nosotros lo pedimos.
August Renoir
se amarra al pincel:
un instante más, Señor,
átanos aunque sea a la cola
del caballo de Troya.

Eslovenia


Ales Steger (1973)

Protuberancias (fragmento)

Mudas explosiones de iones. Energía suspendida en un símbolo.
Antigravedad. Danza magnética en óseos descarnamientos.
Protuberancias.
Con el ojo desnudo uno sólo ve tan sólo
Cuando el cuerpo es comprimido hacia la oscuridad
Totalmente abandonado, así como el cuerpo
De un paciente se entrega
a las manos impasibles de técnicos que justo
han cerrado tras ellos la puerta del gabinete de rayos X.
Ellos lo dejaron consigo mismo y la máquina.
El delantal de plástico oscilando sobre su pecho.
Un relámpago, quizás fatídico.
Protuberancias.

España


José Hierro (1922-2002)

Como la rosa: nunca...

Como la rosa: nunca
te empañe un pensamiento.
No es para ti la vida
que te nace de dentro.
Hermosura que tenga
su ayer en su momento.
Que en sólo tu apariencia
se guarde tu secreto.
Pasados no te brinden
su inquietante misterio.
Recuerdos no te nublen
el cristal de tus sueños.
Cómo puede ser bella
flor que tiene recuerdos.

Estados Unidos


Paul Auster (1947)

Fragilidad del alba...

Fragilidad del alba: en el límite
de tu lámpara oscurecida: aire
sin palabras: flor de ceniza, corola
plegada. Desde el más pequeño
de tus soles, retienes
la escaldadura: vaina
de luz aplacada. Tu palma
en barbecho: su semilla
entrando en la mudez. Más allá de esta hora, el ojo
te enseñará. El ojo aprenderá
a desear.

Francia


Henri Deluy (1931)

El paisaje

Una niebla azul deja tras de sí
Un aliento frío. Una de las sillas
No está en su sitio. La mesa, cerca de la puerta,
Retenía un reverso de cortina. Cuando
El mar se retiraba, las nubes desaparecían.
El paisaje estaba más allá de los árboles.
Ya no sabíamos qué había sido
Profundamente modificado.
Con qué bloqueo era necesario
Defenderse.
En ese clima que viene de las palabras.

Ghana


Kofi Nyidevu Awoonor (1935)

La luz está encendida (fragmento)

Para Kekeli Kofi Una paloma gris acaba de pasar volando
a través de la verde campiña
donde los vagabundos van tras una mancha de blanco.
Cómo solía yo
adorar los veranos
el paisaje azotado por el viento
los campos abiertos
y la exuberante campiña.
¡Ah! casi me olvido del agua
vasta vasta como los panoramas
de la juventud, anegando un futuro que se augura
pleno de prospectos formidables
yéndose ahora tan rápido.
Cada insecto hace parte de este universo inexorable
este paisaje inevitable
con su inimitable eco.

Grecia


Spiros Vergos (1945)

Al atardecer
contaron uno por uno los cadáveres
después –como en todo tiempo-
los dos generales
desmontaron de sus enjaezadas cabalgaduras
y se estrecharon cordialmente las manos.
Empate.

Holanda


Jaap Blonk (1953)

el ministro deplora tales declaraciones
el ministro deplora tales declaraciones
el ministro deplora tales declaraciones
el ministro deplora tales declaraciones
el ministro deplora tales declaracion s
el ministro deplora tales declarac n s
el ministro deplora tales declar c n s
el ministro deplora tales decl r c n s
el ministro deplora tales d cl r c n s
el ministro deplora tal s d cl r c n s
el ministro deplora t l s d cl r c n s
el ministro deplor t l s d cl r c n s
el ministro depl r t l s d cl r c n s
el ministro d pl r t l s d cl r c n s
el ministr d pl r t l s d cl r c n s
el min str d pl r t l s d cl r c n s
el m n str d pl r t l s d cl r c n s
l m n str d pl r t l s d cl r c n s

Honduras


Francesca Randazzo (1973)

Amanece
doloroso en mi garganta.
El sol despunta
entre las piernas,
nublado y seco.
Alguien busca,
tropieza,
intuye
detrás del vidrio.
Voces
se pasean
por mi ropa,
una mano
las sacude;
mis pies
ya no están,
trato de recordar la puerta
que no atravesaron.
Pruebo dar un paso
pero sólo mis ojos
avanzan
y encuentran
el miedo.

Inglaterra


Ken Smith (1938)

El robo

Soy un ladrón y este es mi robo,
aquí en la sala de incunables en Toledo
hurgando las obras de catedráticos muertos,
examinando sus efectos personales.
Viene a ser esto: una sólida caja de cartón
en la cual el cenicero, la toga,
sello oficial, inscripción de los rotarios,
pipa, trofeo de golf y guillotina de puros
del difunto decano.
Amén.

Italia


Milo de Angelis (1951)

No había más tiempo. El cuarto había entrado en una inyección.
No había más forma de repartir la esencia. No tenías
más el collar. No tenías más tiempo. El tiempo era una luz
marina entre las persianas, una fiesta de hermanas,
la herida, el agua en la garganta, Villa Litta. No había
más día. La sombra de la tierra llenaba los ojos
con el miedo de los colores desaparecidos. Cada molécula
estaba en espera. Habíamos mirado el remiendo
de las manos. No había más luz. Una vez más
nos están llamando, juzgados por una estrella fija.

Japón


Taki Yuriko

Un niño muerto en Hiroshima

El sonido de un murciélago batiendo sus alas
Madre ¿es el sonido de mi llamado?
Un agujero se abre en el cielo
Madre, es la cicatriz de las nubes abrasadas por la dispersión de mi frescura.

La voz suplicante del Emperador Hirohito
es como la alarma de mi despertador para nunca dormir.
Mira, madre,
mis hermanitas están jugando sobre mi cabeza.
Dentro de mi ojo
una brizna de hierba comienza a crecer.

Hace tiempo que mis ojos están secos.
Madre,
no llores más.

(Traducción de R.M.O.)

México


Octavio Paz (1914-1998) Premio Nobel de Literatura 1990

Día

¿De qué cielo caído,
oh insólito,
inmóvil solitario en la ola del tiempo?
Eres la duración,
el tiempo que madura
en un instante enorme, diáfano:
flecha en el aire,
blanco embelesado
y espacio sin memoria ya de flecha.
Día hecho de tiempo y de vacío:
me deshabitas, borras
mi nombre y lo que soy,
llenándome de ti: luz, nada.
Y floto, ya sin mí, pura existencia.

Nigeria


Wole Soyinka (1934) Premio Nobel de Literatura 1986

¡Ah, Demóstenes! (fragmento)

Me llenaré la boca de piedritas
Demóstenes
No para ahogarme, sino mitad delfín, mitad
Pez martillo de aguas profundas
Cabalgar en las olas embestir contra los rompientes
Que erigen,
Machacar los impedimentos del poder e inundar
Sus torres corrompidas:
Me llenaré la boca de piedritas.
Pondré ortigas en mi lengua
Demóstenes
Y luego frustraré su retracción punzante. Ah,
Que me queme de los pies a la cabeza
Que en cada poro tenga sarpullidos
Para que marchite el poder del tirano
Con una descarga
Pondré ortigas en mi lengua.

Nueva Zelanda


Katarina Kawana - Nación maorí

Tú decides si hay algo al interior
Tú eres quien debe llevarlo más alto
hacia el lugar para ti más especial
debes ser amable contigo
Y nunca entregarte o dudar
Mirar a tus raíces

Las verdaderas del pasado
Mirar hacia adelante
Y sostenerte con fuerza
sin miedo, sin dolor, erguidos
Juntos reptaremos
y viviremos por la luz
Así como nuestro pueblo
Lo proclamó en algún tiempo
El espíritu al alba
Nos viene a saludar

Paraguay


Gregorio Gómez (1938) – Nación guaraní

Quienes somos cada quien (fragmento)

¿Quiénes somos cada quién?
de pronto nos preguntamos
y en las entrañas hurgamos
acuciosos por saber
entonces suele arder
una inquietud punzante
un sentimiento ferviente,
innominado, a correr.
Cada cual somos por cierto
lo que somos íntimamente
sin ser tal precisamente
lo que pretendemos ser.
Si bien, podemos bien ser
aquel que nos propusimos
pero lo que hoy fungimos
es en esencia nuestro ser.

Portugal


Egito Gonçalves (1920)

(Fragmento)
Tu hombro sabe que su desnudez
es objeto del poema.
Cuando tiras del vestido
-por el hombro-
y tu cuerpo sabe que las palabras
se refugian en el reverso de tu piel

Y mi cuerpo sabe
que las palabras te pertenecen,
se rozan en el deseo,
exhiben la incoherencia del delirio
que desciende de tu hombro
hacia la música
del silencio que hará el poema.

Serbia


Zlatko Krasni (1951)

El ángel negro (fragmento)

Una vez hace mil años
un monstruo emergió del inframundo
quería tragarse azul el planeta entero
la vigésima cabeza que requería para realizar su deseo
Serbia no quiso ofrecerle su cabeza
entonces el monstruo empezó a escupir fuego y plomo
y bajo toneladas y toneladas de TNT
la chispa se expandió y sepultó el colegio
y los cohetes cargados de uranio
se estrellaron en medio del sanatorio
las personas miraban hacia arriba o sin habla gritaban de terror
con el fogonazo, con estruendo su hogar desapareció
cenizas aún incandescentes en el techo y en jardines
a través de todo Serbia la muerte crece en racimos

Sudáfrica


Mazisi Kunene (1930) – Nación zulú

Durante mucho tiempo hubo rumores sobre la llegada de los hombres calabaza.
A decir verdad, el relator de historias nos cuenta
que fue el gran rey Sobhuza quien presintió, en sueños, estos hechos.
Habló solemnemente a sus consejeros en la asamblea:
"He visto en sueños a naciones surgiendo del océano,
se parecen a nosotros, pero el color de su piel
es como el puré de las calabazas.
Hablan una lengua no muy diferente a la de los pájaros en el
nido, ágiles y sonoros stacattos como animales salvajes.
Groseros en sus maneras y sin gracia ni refinamiento.
Llevan consigo el gran palo de fuego,
con él matan y roban a muchas naciones.
A veces se llevan incluso a niños a sus grandes hornos marinos.
¡Una verdadera raza de ladrones y caníbales!

Suiza


Rudolf Peyer (1935)

Cerrada
tu boca
a besos

Trituradas, ay,
las bellas palabras
entre lengua
y diente.

Tragada, incluso,
la palabra
amor.

Uruguay


Ida Vitale (1926)

Mariposa, poema

En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz, como las Dichas.