lunes, 20 de abril de 2009

WHAT A WONDERFUL WORLD

Los temas fantásticos y de anticipación, tan propios del género de ciencia-ficción, han estado presentes en la literatura desde sus comienzos. Tanto es así que podemos considerar a La República de Platón como una de las primeras utopías. El comediógrafo griego Aristófanes utilizó elementos fantásticos en muchas de sus obras (Los pájaros, Lisístrata, Las ranas)

Luciano de Samosata (circa 165 d.C.) aglutinó estos elementos en La historia verdadera, la bisabuela de las space operas (aventuras espaciales) En su obra, una nave griega es llevada a la Luna, por impulso de los vientos y las trombas marinas. Allí lucharán con sus habitantes, seres fabulosos con nombres igualmente fabulosos: lacanópteros, hipomírmeces, nefelocentauros. Este autor tuvo gran influencia y fue inspiración para otros creadores que en siglos posteriores volvieron a inventar mundos imaginarios.

Viajamos en el tiempo y nos detenemos en el siglo XVII. Cuatro años después de la muerte de Johannes Kepler (ocurrida en 1630), se publica Somnium. En esta obra, el genial astrónomo alemán vislumbra a través de los sueños un nuevo viaje a la Luna. Este tema será recurrente para los primeros cultores del género fantástico. En 1657, Cyrano de Bergerac dará a conocer su propia versión, en la cual los selenitas no son émulos del hombre, sino sus antiguos dioses. Cyrano había abrevado en las obras de Tommaso di Campanella (La ciudad del sol), Thomas More (Utopía) y Roger Bacon (Nueva Atlántida), continuadores de la tradición utópica inaugurada por Platón.

El francés que fue famoso por su nariz prominente y sus amores contrariados influyó a su vez a Daniel Defoe y Jonathan Swift. El primero, con su Robinson Crusoe, no necesita viajar muy lejos para crear un mundo unipersonal, que pinta como ningún otro mundo imaginado el tema de la soledad. El segundo, haciendo gala de una pluma mordaz, crea un personaje inmortal que con la excusa de sus viajes, criticará a la sociedad de la época.

Es así que en 1726, Gulliver comenzará su recorrido interminable, con la publicación de Varias naciones remotas del mundo: en cuatro partes, tal es el título original de lo que el público bautizó como Los viajes de Gulliver. La cuarta parte, el reino de los caballos (los huyhmhnms) y sus sórdidos sirvientes (los yahoos), es una sarcástica descripción de la humanidad vista desde su peor costado. Esta visión será retomada posteriormente por Wells, Huxley y Orwell.

Otro autor que cedió a la tentación de utilizar la alegoría para criticar a sus anchas a sus contemporáneos fue François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire. En Cándido, Zadig, Micromegás y La princesa de Babilonia desarrolla la sátira política, trasladando la acción a lugares ficticios, para poder explayarse sobre la situación de la Francia del siglo dieciocho.

El siglo XIX trae consigo la explosión de la ciencia experimental y los adelantos mecánicos, sustrato fértil para la invención de nuevas imaginerías. Una mujer dará el puntapié inicial para la creación de un nuevo género, la ciencia ficción. Se trata de Mary Wollstonecraft Shelley, la madre de Frankenstein o El moderno prometeo. Su novela, además de elaborar un mito perdurable, aborda la angustia del ser y previene acerca de las consecuencias de forzar los límites de la naturaleza.

Mientras los ingleses continuaban transitando la novela gótica, los estadounidenses tomaban la posta de Mary Shelley. Casi todos los grandes cuentistas de esta época escriben algún relato inscripto en este novísimo género: Edgar Allan Poe, Herman Melville, Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Ambrose Bierce. Pero nuestro tema de hoy es otro y por eso nos detenemos en Edward Bellamy, autor de la novela Looking backward (1888), donde desarrolla un viaje en el tiempo, con una visión no demasiado optimista acerca del futuro.

Perspectiva que desde luego compartirá el más grande escritor de ciencia-ficción de principios del siglo XX, H. G. Wells. Prolífico, muy bien documentado, desesperanzado en cuanto al porvenir de la humanidad, será el faro de todos los escritores que abordarán este tipo de literatura.

De la utopía moralista y bien intencionada de los inicios, de la sátira imaginativa que todavía confía en que hay solución posible, llegamos a la distopía, término que define a una utopía perversa, opuesta a lo que se considera una sociedad ideal, en la cual se respira una atmósfera opresiva, casi apocalíptica. Es una realidad totalitaria, de la cual no podemos escapar.

Hasta la primera mitad del siglo XX, algunas distopías advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y el aislamiento. En las más recientes, englobadas con el rótulo de cyberpunk, el mundo está dominado por las empresas trasnacionales capitalistas, que utilizan un alto grado de tecnología y de coerción represiva.

El cine ha colaborado con la literatura al adaptar muchas de las novelas distópicas contemporáneas y también ha creado clásicos originales de este género, como Metrópolis (Fritz Lang), Alphaville (Jean-Luc Godard), El planeta de los simios (Franklin Schaffner), El dormilón (Woody Allen), Mad Max (George Miller), Terminator (James Cameron), Brazil y Doce monos (Terry Gilliam), Matrix (hermanos Wachowski) Inteligencia artificial y Minority Report (Steven Spielberg).

Hemos seleccionado para comentar las que a nuestro gusto son las ocho novelas más representativas: La máquina del tiempo (H.G.Wells), Nosotros (Y. Zamiatin), Un mundo feliz (A. Huxley), 1984 (G. Orwell), Fahrenheit 451 (R. Bradbury), La naranja mecánica (A. Burgess), ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (P.K. Dick)y Neuromante (W. Gibson)

Y aunque nuestro planeta Tlön es una utopía forzada, una utopía sostenida aunque vengan degollando, hoy vamos a emprender un viaje por esos mundos siniestros, por ese futuro imperfecto, con la secreta alegría de que siempre podremos regresar a casa. Por ahora...

LA MÁQUINA DEL TIEMPO (H.G. Wells)



Novela de anticipación, publicada por primera vez en Londres, en 1895, mezcla elementos de la literatura de ciencia-ficción con la de aventuras, enmarcada en una doctrina social y política y en la teoría del eternalismo.

Contrariamente al detallismo descriptivo de Verne, Wells no gasta mucha tinta en contarnos sobre el aparato en sí. Tampoco se distrae con paradojas temporales. Su intención va más allá de lo anecdótico, porque lo que nos quiere transmitir es una visión del mundo. Wells fue siempre un socialista convencido, miembro de la misma Sociedad Fabiana a la cual perteneció George Bernard Shaw. El motor de su Time Machine no será otro que la lucha de clases.

La excusa elegida para su alegoría moralista será el descubrimiento de la denominada cuarta dimensión. Un científico de finales del siglo XIX acierta con las claves para hacer realidad el sueño de viajar físicamente a través de esta puerta al pasado y al futuro.

En su viaje temporal, llega al año 802.701 y se encuentra con una humanidad en decadencia, dividida en dos castas: los Eloi y los Morlock. Los primeros son unos seres hedonistas, desprovistos de escritura, inteligencia y fuerza física. Los segundos habitan las tinieblas y salen de noche a cazar Eloi para subsistir.

Luego de recuperar la máquina que había caído en manos de los siniestros Morlock, decide avanzar aún más en el tiempo, hasta el borde de la finalización de la vida en el planeta, cuando una nueva glaciación destruye prácticamente toda civilización. Luego de millones de años, puede observar cómo se extingue el sol, en un crepúsculo eterno.

Asustado y cansado, regresa a su época y cuenta a sus amigos lo que vió. Obviamente no le creen, pero al día siguiente uno de ellos lo observa montar a su máquina, para nunca más volver.

El protagonista es, según su propio autor, una persona extremadamente inteligente, a la vez que un individuo de acción. Es, por otra parte, un humanista. Los Eloi, humanos de corta estatura que habitan la superficie del planeta en el futuro, aparecen como extremadamente hermosos y frágiles. No trabajan ni tienen preocupaciones, salvo el miedo a la oscuridad. Viven en una sociedad igualitaria, que ha logrado dominar a la naturaleza, pero llevan en sí el germen de la ruina. Por
el contrario, los Morlock son feos y feroces. Habitan el subsuelo y tienen una gran agudeza visual. Son carnívoros y se alimentan de sus vecinos de la superficie. El viajero elucubra que los Eloi descienden de la clase acomodada que solía habitar el planeta, mientras que los Morlock son los hijos de la antigua clase trabajadora.

La intención de Wells no fue hacer una novela de prodigios, sino llamar la atención sobre el futuro de a humanidad, haciendo hincapié en qué provocaría la profundización de la brecha entre ricos y pobres.

La máquina del tiempo fue llevada al cine en varias oportunidades, una de ellas en 1960, bajo la dirección de George Pal, con el protagónico de Rod Taylor, y la más reciente en 2002, con la dirección de Simon Wells (descendiente del escritor) y Guy Pierce en el rol principal.

NOSOTROS (Yevgeni Zamiatin)



Nadie es profeta en su tierra. Esto debe haber pensado este ruso, uno de los escritores más brillantes de su generación cuando debió exiliarse en Paris, perseguido por el régimen soviético, luego de escribir la novela que vamos a comentar. Tanto es así que Nosotros recién fue editada en la antigua URSS en 1988.

Zamiatin ya había dado muestras de la poca fe que tenía en el género humano en obras anteriores, como En el quinto infierno (de corte antimilitarista). Pero es en esta novela cuando concibe una distopía que anticipará en casi 30 años la atroz aventura de Winston Smith en los dominios del Gran Hermano.

La gran virtud del autor es haber concebido en 1920, cuando apenas sucedía la Revolución Rusa y el nazismo era un monstruo agazapado, este Estado Unico, comandado por el Bienhechor, en el cual no hay secretos, "porque somos todos hermanos" y en el cual no existe el yo, sino el "nosotros". Una sociedad "ideal", en la cual las casas son de cristal, porque no hay nada que esconder. En la cual no se escribe, porque escribir nos hace individuos y la felicidad está en ser todos iguales.

El argumento, escrito a la manera de un diario íntimo, se desarrolla en un tiempo en que un holocausto mundial obliga a los sobrevivientes a refugiarse en una campana de cristal, quedando fuera de ellas los hombres que viven en estado salvaje, en la naturaleza. La Razón es el único dios de este sistema político, siendo los individuos piezas innominadas de un engranaje mayor, que se alimenta de los sacrificios personales.

El protagonista de la historia no será un inadaptado, como lo concebirá Huxley, ni un disidente como lo alumbrará más tarde Ray Bradbury. Es un miembro activo y reconocido de esa sociedad, D503, constructor de un nave interestelar que tiene por misión llevar al espacio "el bienaventurado yugo de la razón". Es un estado basado en la incontrastable perfección de la matemática, en el cual está prohibido el amor. Para compensar y dar una salida las manifestaciones naturales de la carne, cada individuo cuenta con un androide hecho a su gusto y que puede ser reemplazado cuando su dueño se canse de él.

Pero, ay... D503 se enamora y para reparar este terrible contratiempo es sometido a una operación que le extirpa el "ganglio craneano de la fantasía". El Estado triunfa. Sin embargo, fuera de los muros, están los hombres nómades, llenos de sentimientos, dispuestos a generar nuevos insurrectos. No habrá cadenas suficientes que puedan reprimir los instintos propios del hombre, parece decir Zamiatin.

“Eternamente enamorados dos por dos
Eternamente fundidos en el apasionado cuatro,
Los más ardientes amantes del mundo
Son los inseparables dos por dos”.

UN MUNDO FELIZ (Aldous Huxley)


A brave new world, tal su título original (que significa "un nuevo mundo valiente") fue publicado en 1932. El título se debe a un verso de La Tempestad, de William Shakespeare:
«¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad!
¡Oh mundo feliz,
en el que vive gente así!»


Bienvenidos a la realidad según Aldous Huxley. Este "mundo feliz" es el paraíso del prozac, del bienestar y la salud, de los niños hermosos, sin hambre ni guerras, del sexo libre y la tecnología de avanzada. Y sin embargo... El precio de la entrada a este Edén de diseño exclusivo es tan alto que los inconformistas de siempre no están dispuestos a pagarlo. Para construir esta sociedad ideal debieron hacerse algunos cambios: se eliminó la familia, la diversidad cultural, la literatura, el arte, la ciencia, la religión y la filosofía.

La acción transcurre en el año 652 d.F. (después de Ford), esto es, 2540 de nuestra era, cuando las personas nacen en incubadoras y predestinadas a pertenecer a determinada casta social: alfas, betas, deltas, gammas y epsilones. A pesar de esto, todos parecen contentos con su destino, porque los embriones han sido condicionados para conformarse y durante su crianza, mediante el método de la hipnopedia, son convencidos de las ventajas del sistema. Y en caso de angustia, siempre está a mano el bendito "soma", la píldora de la felicidad.

El planeta está pacificado en un único estado. No hay crímenes ni miseria. Los dioses han caído en manos de una nueva deidad, la tecnología, elevada a un status místico, basado en los principios rectores de Henry Ford. Todos los ciudadanos están instruidos para ser buenos consumidores, a fin de que la economía funcione correctamente.

Además del uso de drogas para el placer, el otro mecanismo que aplica el Estado para canalizar las frustraciones es el sexo. Los niños practican juegos sexuales desde su más tierna infancia, con el consentimiento y el beneplácito de los adultos. Este procedimiento sirve para eliminar el enamoramiento, la seducción y el noviazgo, prácticas obsoletas y contraproducentes. En la madurez, estos individuos estarán debidamente condicionados para no tener relaciones afectivas estables ni formar familias. El sexo es mecánico, desprovisto de sentimientos, tanto positivos como negativos.

Pero, como decía Tu-Sam, puede fallar... y falló. El protagonista, Bernard Marx, un individuo alfa que es rechazado por sus pares por no tomar soma y por ser bajo de estatura (por un error en la gestación) no es feliz con su vida y le desagrada la sociedad en que vive. Su antítesis es Lenina Crowne, empleada en un criadero y personificación del sistema. Conformista, promiscua y atractiva, su visión es producto del adiestramiento al que fue sometida.

Ellos dos emprenden un viaje hacia una "reserva de salvajes", una sociedad que vive según los antiguos parámetros. Allí Bernard quedará deslumbrado por la historia de Linda, una fordiana que ha parido un hijo por la vía ancestral, John. También descubre las obras de William Shakespeare.

Bernard lleva a Linda y a su hijo a Londres, pero luego será exiliado, junto a un amigo, Helmholtz Watson, en una de las islas reservadas a los Alfas que infringen las reglas sociales. En lugar de matarlos, los mandaban a estos sitios aislados del mundo, entre sus iguales. Más tarde es repatriado y entonces tiene lugar un incidente con Lenina, a quien agrede. Escapa para refugiarse en un faro, donde intenta vivir como ermitaño. Mas el acoso de la prensa y de los curiosos que van a visitarlo como si fuera un animal exótico, no lo deja en paz. Bernard les ha revelado el dolor, algo que no conocían y quieren experimentar más de esa nueva sensación. Harto de todo, Bernard se suicida.

Los personajes centrales hacen referencia a nombres reveladores: Bernard Shaw, Karl Marx, la monarquía británica y Lenin. Sin embargo, representan puntos de vista opuestos de la sociedad: Lenina es la ciudadana perfecta y feliz, mientras Bertrand es un inadaptado social, que arrastra complejos por no ser todo lo perfecto que la sociedad espera de un individuo de su casta. Otro personaje crucial es John, el salvaje, nacido de la relación entre Linda y el jefe de Bernard y por culpa del fallo en el método anticonceptivo. John fue formado con otros paradigmas y el choque cultural es notorio cuando es llevado a la sociedad del Mundo Feliz.

Con este recurso, Huxley compara las dos sociedades y así señala los defectos de ese sistema supuestamente ideal. Porque el carácter principal de la novela es su corte moralista. El primer dilema que presenta el autor es que para consolidar un estado de felicidad continua y perdurable, la sociedad debe ser manipulada, hasta conformar una masa estratificada monolíticamente, sin lugar para las manifestaciones intelectuales ni emocionales. El segundo problema que plantea es la resignación de la individualidad de las personas, la inhibición de la libertad de elección. Es una felicidad sin alma, una felicidad artificial, tal como lo expresa el personaje de John, el único capaz de ver el revés de la trama, aunque se demuestra incapaz de resolver la contradicción y finalmente termina aislándose de la sociedad.

Huxley, que se reconocía anarquista, la emprende tanto contra los ideales socialistas-comunistas, como contra el capitalismo-consumismo. No presenta una salvación ni vislumbra una salida, sino que proporciona una visión suicida del futuro.

1984 (George Orwell)


Es esta una novela política, más allá de su encuadre dentro de la ciencia-ficción distópica. Su autor la concibió como un alegato contra los totalitarismos de cualquier signo, aunque su referente histórico más próximo haya sido el estalinismo. Fue publicada en 1949 y tan grande ha sido su influencia que el término orwelliano se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela.

Retomando la camino abierto por Zamiatin en Nosotros, cuya influencia reconoció el autor, la obra ahonda acerca de la omnipresencia de la cosa pública en los asuntos privados de las personas. Mejor dicho: no existe privacidad en el universo de 1984. Es la consagración de la prisión panóptica de Bentham.

Para preservar el orden establecido, el gobierno no duda en recurrir a la policía del pensamiento, que culmina con la figura del Gran Hermano, un carcelero de la mente que trabaja las 24 horas. Establece una neolengua que rompe los lazos con el antiguo estado de las cosas, apelando a las teorías de Wittgenstein, filósofo del lenguaje que sostiene que lo que no puede ser nombrado, no puede ser pensado. Inventa una misteriosa y ficticia Habitación 101, dependiente del también misterioso y ficticio Ministerio del Amor, una verdadera usina de tortura psicológica.

En síntesis, el mundo de 1984 es la peor pesadilla jamás imaginada. Y esto lo descubrirá fatalmente su protagonista, Winston Smith. La acción transcurre en una futura Inglaterra, cuya sociedad está dividida en dos clases: los miembros del Partido Unico, que a cambio de su adhesion al sistema "gozan" de ciertos privilegios y una masa empobrecida y embrutecida que se mantiene al margen de la política y del sistema.

Las eufemísticas carteras que conforman el gobierno de 1984 son el ya mencionado Ministerio del Amor (a cargo de los castigos y la tortura), el Ministerio de la Paz (a cargo de la guerra permanente), el Ministerio de la Abundancia (a cargo de la miserable subsistencia de las personas) y el Ministerio de la Verdad (dedicado a destruir o manipular los documentos históricos para que coincidan con la versión oficial) En este último organismo trabajaba Winston Smith.

No existe una clase política visible. El Gran Hermano cumple todas las funciones: es el comandante en jefe, guardián de la sociedad, dios y juez supremo. En él están reunidos los ideales del Partido Unico al cual han de pertenecer todas las personas, menos los "prole", los descastados. Ni siquiera la familia está antes que el Partido: es habitual que los padres denuncien a sus hijos y viceversa, por no traicionarlo.

La situación internacional tampoco es alentadora. El planeta está dividido en tres superpotencias: Oceanía (Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y América) donde gobierna el Ingsoc o socialismo inglés, Eurasia (la Unión Soviética y Europa, excepto el Reino Unido), donde impera el neobolcheviquismo y Estasia (Asia Oriental) bajo el régimen de la Desaparición del Yo o Adoración de la Muerte. No hay donde exiliarse y constantemente los tres super-estados se encuentran en guerra, describiéndose estas como sangrientas y sin ningún respeto por los derechos humanos básicos.

El drama se desencadena cuando Winston se da cuenta que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son sólo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, mientras que, paralelamente, encuentra el amor de una joven rebelde. Juntos se enrolan en la Hermandad, supuesto grupo de resistencia que no es más que un instrumento del sistema para controlar a los disidentes.

Luego de ser sometido a tortura durantes meses, la voluntad de Winston se quiebra y termina por aceptar las falacias del Gran Hermano como única verdad. Es coaptado por el Partido.

Si bien Orwell apela a las experiencias del nazismo y del socialismo soviético, sumado a sus vivencias personales en la Guerra Civil Española, hay una enorme construcción de símbolos y signos a lo largo de toda la novela, que demandan una doble y triple lectura.

1984 ha tenido varias adaptaciones cinematográficas. En 1956, hace su versión Michael Anderson. En 1973, Woody Allen se inspira en ella para El dormilón, así como hará lo propio Terry Gilliam en 1985, con Brazil. Michael Radford, justamente en 1984, lleva a la pantalla una segunda versión basada directamente en la novela.

FAHRENHEIT 451 (Ray Bradbury)



En 1953 veía la luz esta novela, cuyo título hace referencia a la temperatura en la que arde el papel. El autor la escribió como protesta a la persecución maccarthista y, curiosamente, fue publicada por episodios en la revista "Playboy". François Truffaut la llevaría al cine en 1966.

El argumento cuenta la historia de Guy Montag, un bombero cuya función no es apagar incendios sino quemar libros. En la sociedad de Fahrenheit 451, leer libros está prohibido, porque el gobierno sostiene que leer impide la felicidad de los ciudadanos. Leer provoca angustia y hace que los hombres se crean diferentes unos de los otros.

En ese panorama, Montag conoce a una adolescente rebelde, que viene de una familia de "antisociales", de gente que hace demasiadas preguntas. Al principio, él la tacha de loca, pero poco a poco se empieza a cuestionar si verdaderamente es un hombre feliz. Un día le informan que la chica murió atropellada por un un coche...

Cuando le toca ir a quemar la casa de una anciana que tenía una biblioteca, Montag se roba un libro. La mujer se inmola antes que ser apresada y esta actitud impresiona mucho a nuestro protagonista.

En tanto, el entorno directo de Montag sigue a pies juntillas los dictámenes del gobierno. Su jefe, Beatty, confía en el sistema y su esposa, Mildred, sólo está interesada en mirar televisión. Poco a poco, él se va armando de una colección de libros que rescata en los operativos de quema.

En el parque conoce a un viejo profesor de literatura, Farber, a quien convence de inventar un método para preservar la memoria de los libros. Montag enfrenta la incomprensión de sus allegados hasta que una tarde ve con horror que los pirómanos han llegado hasta su propia casa. Mildred había hecho la denuncia. Montag lucha con Beatty y lo quema vivo con un lanzallamas.

Tiene que huir al bosque, mientras el país entra en guerra. Allí encuentra a unos vagabundos, liderados por un tal Granger. En realidad, son miembros de la resistencia intelectual. Ellos le muestran en la televisión cómo el gobierno miente acerca de su captura y ejecución, utilizando a un pobre diablo que tuvo la mala suerte de estar en las calles en una hora inoportuna.

Granger le cuenta que para preservar los libros y con la esperanza de poder imprimirlos en el futuro, cada uno de los disidentes memoriza un texto. La guerra destruye la ciudad y mientras caen las bombas, Montag y aquellos hombres continúan vagando por el bosque, dejándole al lector la esperanza de que el conocimiento finalmente vencerá a la ignorancia.

LA NARANJA MECÁNICA (Anthony Burgess)



Esta novela fue publicada en 1962 y adaptada por Stanley Kubrick para la película homónima en 1971. El título remite a una expresión del lenguaje popular londinense, el cockney, "as queer as a clockwork orange" (tan raro como una naranja mecánica) y alude a las respuestas condicionadas del protagonista ante las sensaciones de maldad. Otras versiones indican que "orange" es una adaptación del vocablo malayo "ourang" que significa "persona", por lo cual el título implicaría algo así como "el hombre mecánico".

Lo cierto es que aquí no están presentes los futuros cercanos ni los planetas exóticos. Es un viaje hacia el interior de la mente humana. Alex Delarge, el protagonista, es un adolescente con problemas, que lidera un grupo de chicos afines, cuya diversión es la violencia y el consumo de drogas. Y aunque no deje tropelía por cometer y tenga una personalidad psicopática, Alex puede disfrutar hasta el paroxismo de la música clásica, especialmente la de Beethoven. Su vida transcurre entre los actos delictivos, el sexo desenfrenado y la música.

Las aventuras de la pandilla lo llevan hasta la casa de un escritor, que está trabajando en un libro que lleva el título de la novela. Alex destruye el manuscrito y con sus amigos procederá a violar a la esposa del escritor. Luego intentarán ingresar en la casa de una mujer sola que vive en compañía de sus gatos. Allí se desarrollará una lucha (en la que intervienen los gatos), pero Alex logrará escapar, aunque a la salida es atacado por sus propios amigos. Es así, herido, que logra ser atrapado por la policía.

Lo envían a una prisión de alta seguridad y es hallado culpable por el delito de asesinato. Es entonces cuando le sugieren un tratamiento experimental, el tratamiento Ludovico. Si resulta exitoso, será liberado y reintegrado a la sociedad. De tal manera, sin saber de qué se trata, Alex acepta.

El método Ludovico consistía en someter al paciente a una terapia de aversión asistida mediante el uso de drogas y la exposición a imágenes violentas durante largos períodos de tiempo. Obligándolo a ver escenas de extrema crueldad, bajo los efectos de los estupefacientes, se suponía que se creaba un reflejo condicionado, por el cual la persona sentiría un rechazo automático a la violencia.

El "error" en que incurre el tratamiento es que, en medio de las escenas, se cuela un pasaje de "El triunfo de la voluntad" de Beethoven, haciendo que Alex se desprenda también de su único "vicio" socialmente aceptable. Finalmente, es dado de "alta" y liberado. Sin embargo, es rechazado por su familia y por la gente. Una víctima de su pasado lo reconoce y le da una paliza. Alex no puede defenderse debido al condicionamiento. Llega la policia y en ellos, Alex reconoce a dos de sus antiguos camaradas. Estos lo llevan a un bosque e intentan ahogarlo, pero puede escapar.

Encuentra refugio en la casa de aquel escritor a cuya esposa había violado en sus años de delincuente. El escritor no lo reconoce pero se da cuenta que es alguien que fue sometido al tratamiento Ludovico. Le pide que se una a un grupo de disidentes que quieren acabar con el gobierno. Antes de que esto suceda, el escritor reconoce en Alex a su agresor de antaño, lo droga y lo encierra. Pero suena la Novena Sinfonía y Alex intenta suicidarse arrojándose por la ventana, al no poder soportar la música.

No lo logra. Es salvado en un hospital, donde también revertirán los efectos del tratamiento. El Ministro del Interior lo visita y da una conferencia de prensa junto a su cama, exhibiendo su curación como un éxito del programa. Alex vuelve a su casa, pero llevándose su primitiva personalidad, tan sociópata y perverso como en al principio.

Hay un capítulo más en la novela, que no aparece en la edición original ni en la película. En este colofón, Alex vuelve a sus maldades hasta que se encuentra con un ex pandillero y su esposa. Es entonces cuando comprende que es hora de madurar y se regenera.

El mensaje subyacente en la novela es que ni la coerción ni la manipulación son capaces de controlar la violencia ni ningún otro comportamiento humano. El hombre sólo cambiará cuando desee hacerlo.

La historia está narrada en primera persona por Alex y utiliza expresiones en un lenguaje inventado por el autor, el nadsat, una jerga ficticia adolescente, con reminiscencias del ruso y del cockney londinense. Este recurso hace que la obra sea atemporal, siempre actual, siempre vigente en un mundo en el que los violentos son tan sólo los emergentes de una podredumbre mucho más soterrada y mil veces más aterradora.

¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? (Philip K. Dick)



Novela corta, publicada en 1968, que alcanzó la fama mundial al ser adaptada a la pantalla grande, en la que, a juicio de muchos, es la mejor película del género: Blade runner (1982, Ridley Scott)

El mundo que plantea Dick es una verdadera catástrofe. En 1992 (2021 en las nuevas ediciones), el planeta está cubierto por polvo radiactivo, tras una guerra nuclear terminal. Las Naciones Unidas promueven la emigración de los seres humanos a las colonias ubicadas en distintos puntos del espacio, utilizando los medios de comunicación para fomentar esta política. Además, como incentivo, a cada familia que decida emigrar se les regala un androide hecho a su medida.

Por su parte, quienes permanecen en la Tierra, están expuestos a enfermedades y degeneración genética. Las ciudades son un verdadero caos. Los animales están en peligro de extinción. Como tener y cuidar un animal se considera signo de virtud cívica y de status, hay un intenso tráfico de animales. Los que no pueden pagar por ellos, compran una mascota eléctrica (recurso al que apela el protagonista, cuando su oveja muere de tétanos)

Hablando del protagonista, digamos que Rick Deckard es un ex-policía, cazador de recompensas ("blade runner" en el film), quien tiene la misión de eliminar a un grupo de androides de última generación casi idénticos a los seres humanos. Estos replicantes han llegado a la Tierra provenientes de una colonia espacial, de la cual huyeron debido a las terribles condiciones a la que estaban sometidos. Para diferenciar a los androides fugitivos de los humanos propiamente dichos se realizan una serie de tests, sobre todo relativos con las emociones y la empatía.

Hay presente también un ícono cultural mediático, Amigo Buster, que aparece en la televisión y en la radio 23 horas al día. Una de sus misiones es atacar al "mercerismo", un movimiento religioso y filósofico, basado en la figura de un hombre que vivió antes de la guerra. Los merceristas tienen alguna lejana similitud con el cristianismo. Comparten sus emociones a través de la "caja de empatía", una especie de televisor.

"Una vez me ocurrió: me fundí y alguien acababa de adquirir un animal. Y otro día –sus rasgos se oscurecieron por un instante; el placer se había disipado-, sentí a una persona cuyo animal había muerto. Otros tenían alegrías que compartir... Yo no tenía ninguna, como sabes; pero eso reanimó a esa persona. Uno puede llegar hasta un suicida en potencia; lo que uno tiene, lo que uno siente, puede...
—Ellos recibirán nuestra alegría —Replicó Rick—, pero nosotros cambiaremos lo que sentimos por lo que ellos sienten y la perderemos. [...]

—No perderemos realmente lo que sentimos, si lo tenemos claramente en el espíritu. Nunca has sentido del todo la fusión, ¿verdad, Rick?".

La novela tensa el límite entre lo natural y lo artificial, describe la decadencia de la vida y de la sociedad y plantea un dilema ético sobre los androides. También discurre acerca de la espiritualidad, aunque en cierto punto la pone en tela de juicio, cuando esboza la sospecha de que Mercer pueda haber sido un impostor. Lo que trasciende es la duda de que la realidad no sea más que una falsa apariencia de verdad y que, por el contrario, lo que aparece como falso sea más real y más perfecto. Así, los animales artificiales no enferman y los androides parecen más concientes del concepto de humanidad que los propios seres humanos.

En un mundo desolado, donde sólo cabe la perspectiva de empeorar minuto a minuto, no hay lugar para los sueños.

NEUROMANTE (William Gibson)



En 1984 se publicaba la novela referente de lo que se conoce como cyberpunk. El título es un neologismo inventado por el autor, que significa algo asi como "adivino de la mente". Por esta obra, William Gibson recibió los premios Nébula, Hugo y Philip K. Dick, los máximos galardones del género de ciencia-ficción.

La acción sucede en un futuro cercano, luego de producida la Tercera Guerra Mundial. El tema principal es la descripción de una inteligencia artificial que rompe sus ataduras para convertirse en un ente conciente que habita la red cibernética.

La trama gira alrededor de Henry Dorsett Case, un vaquero del ciberespacio retirado, adicto a las drogas, hacker de profesión, que a raíz de haber estafado a su patrón, pierde la capacidad de conexión.

Nuestro antihéroe es contactado por nuestra heroína, Molly y contratado a cambio de recuperar sus poderes dañados. Es una chica que supo ser prostituta de élite y que tiene en su cuerpo implantes variados para potenciar sus aptitudes. Hay otro personaje central, Armitage, un ex militar paranoico, manipulado y modificado por la I.A. Wintermute (el ente de inteligencia artificial) A medida que transcurre el relato, Armitage se vuelve inestable y trata de recuperar su personalidad original.

El resto de los personajes también tienen capacidades especiales, siempre en relación con la informática. Asimismo, se utiliza el concepto de Matrix para representar el espacio virtual y otros términos tecnológicos que luego pasaron al lenguaje corriente de los cibernautas.

Neuromante tiene dos secuelas, Conde Cero y Monalisa acelerada, conformando las tres la Trilogía de Sprawl.