miércoles, 30 de septiembre de 2009

LO TUYO ES PURO TEATRO


Un hombre imitando a un animal, una máscara de corteza de árbol con una expresión pintada, un grupo reunido en torno a ese rito sagrado de la palabra y ya tenemos inventado el teatro. Una manifestación que ha recorrido más de 20 mil años de cultura, en todas las latitudes del planeta. Que los griegos hayan codificado ese hecho artístico como teatro les da patente de inventores, pero en realidad es patrimonio de la humanidad.

Por eso se dice que el teatro surge en Grecia a partir del ditirambo, textos que glorificaban al dios Dionisos, el borrachín. Luego se aplica esta estructura a otras deidades, hasta que se les ocurre cantar a un personaje importante que haya muerto, aunque no tenga origen divino, es decir, secularizar al ditirambo original. Fue entonces que un integrante de ese primitivo coro se diferencia y separa para salmodiar otra cosa. Luego este primer miembro del coro que sale de su sitio, se disfraza y surge el primer actor, protagonista. Cuando se incorpora el diálogo a la escena, aparece un segundo actor, el deuteragonista, por lo que ya deja de ser una suerte de unipersonal para transformarse en un juego colectivo, a medida que se van incorporando nuevos actores. Los pilares de la tragedia griega lo constituyen Esquilo, Sófocles y Eurípides, mientras que la comedia queda en manos de Aristófanes.

Los romanos se avisparon de la importancia propagandística de este invento griego e hicieron de las representaciones un lugar de reunión y de ostentación de poder. Es así que le construyeron edificios monumentales, escenografías imponentes y detalladas (tal como consta en el tratado escrito por Vitruvio, en el siglo I a.C.) Plauto y Terencio serán los comediógrafos romanos por excelencia, mientras que entre los trágicos se destaca el estoico Séneca.

Culturas tan lejanas como la japonesa (con el No y el Kabuki) y la maya (de la que se conserva un texto, el Rabinal Achi) han demostrado una temprana afición al género.

Durante la Edad Media, Occidente recurre al teatro para afianzar el culto cristiano. Serán entonces los clérigos los que escriban los autos de fe y los tropos, para cautivar a ese público analfabeto e inculto que asistía a los oficios religiosos: aparece el mester de clerecía, cuyos abanderados en la lengua española son Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita. Las representaciones tenían lugar en la iglesia, hasta que, al agregarse elementos profanos o cómicos, se vieron obligados a abandonar los recintos sagrados y trasladarse a los corrales de comedias.

Alrededor del siglo XII hace su aparición la literatura escrita en lenguaje vulgar y difundida de pueblo en pueblo por unos sujetos muy populares, que además de cantar hacían malabarismos, bailes y morisquetas: eran los juglares. Trascartón, se divulgan los cantares de gesta, generalmente anónimos y transmitidos por vía oral hasta que alguien se tomaba el trabajo de pasarlo por escrito, con el objeto de ser recitados.

En el Renacimiento, la tradición teatral se renueva. Por un lado, hay una vuelta al modelo clásico griego y el tema mitológico suplanta al tema religioso. Paralelamente, en Italia aparece la Commedia dell’Arte, heredera directa de los bufones medievales. Se arman las primeras compañías de actores, con repertorio de obras y arquetipos reconocibles y perdurables: Polichinela, Colombina, Arlequín.

Entre los siglos XVI y principios del siglo XVII se desarrolla una verdadera época de oro para el teatro, sobre todo por la calidad y cantidad de autores que salen a escena y por los mecenas y empresarios que apuestan al género, construyendo salas y contratando elencos. Es el mundo de Christopher Marlowe, de William Shakespeare, de Ben Jonson, de Lope de Vega, de Calderón de la Barca, de Tirso de Molina, de Racine, Corneille y Molière.

La Ilustración lleva sus ideas a las tablas, que se refleja en el neoclasicismo, con una impronta moralista en los textos y el culto a la razón. Los filósofos recurren al teatro para exponer su ideario: Voltaire es un ejemplo. Nicolás Fernández de Moratín se atreve con El arte de las putas, censurado por la Inquisición española aún vigente, que inspirará los Caprichos de Goya. Leandro Fernández de Moratín, en tanto, cuestiona las costumbres de la época en El sí de las niñas. Nace el sainete. Schiller y Goethe revolucionan la literatura alemana.

El siglo XIX inicia la tradición del teatro moderno, rompiendo con el modelo italiano en cuanto a las instalaciones, imponiendo el modelo en abanico y con plateas escalonadas e integrando arquitectura, escenografía y representación. Cambian también las técnicas de actuación, al influjo del ruso Stanislawski. Los textos van del romanticismo al naturalismo, preparando el terreno para el quiebre que producirá en el siguiente siglo el teatro del absurdo. Chejov, Ibsen, Strindberg, Wilde, Jarry (ya hablamos de Ubú Rey en ediciones anteriores), Schnitzler son algunos de sus artífices.

El teatro contemporáneo se permitirá correr los límites, explorando nuevas formas de expresión, tal como lo hará la poesía. Hay un rechazo al planteo realista, suplantándolo por la discusión metafísica de la condición humana (Bertolt Brecht, Luigi Pirandello, Jean Anouilh, Jean-Paul Sartre) o por una visión onírica de la realidad (surrealistas franceses, Jean Genet, André Gide, Jean Cocteau) Antonin Artaud propone estremecer a través de su Teatro de la Crueldad. Federico García Lorca explora desde sus raíces granadinas. Los británicos hacen gala de su humor ácido y crítico (George Bernard Shaw, Samuel Beckett, Harold Pinter, Peter Schaffer, Arnold Wesker) Estados Unidos estalla en dramaturgos y comediógrafos, que prontamente serán consumidos en Broadway y Hollywood (Arthur Miller, Tennessee Williams, Eugene O’Neill, Edward Albee, Neil Simon)

Ya están listos los tramoyistas para correr el telón imaginario que vela el escenario principal del gran teatro de este pequeño mundo que dimos en llamar Tlön. El programa de hoy incluye lo mejor del repertorio, elegido, insistimos, de manera absolutamente discutible, de acuerdo con nuestro propio gusto personal.

Teatro clásico


La Orestíada (458 a.C.) - Esquilo
Comprende tres textos, Agamenón, Las coéforas y Las euménides, en los que narra el fin de la maldición que pesaba sobre la casa de Atreo. La historia cuenta el regreso de Agamenón, luego de la guerra de Troya, cuando encuentra que su esposa Clitemnestra mantiene una relación adúltera con su primo Egisto, con quien planea matarlo y así quedarse con mujer y trono. En la segunda parte de la trilogía, Orestes mata a Clitemnestra y a Egisto, lo que originará la persecución de las Furias. En la tercera, Orestes es sometido a un tribunal divino y es absuelto gracias a los oficios de Apolo.
El teatro de Esquilo se caracteriza por dar importancia a las situaciones y desarrollo por sobre los personajes, así como por los coros, de fundamental importancia para comprender la trama.
Otras obras: Los persas, Los siete contra Tebas

Medea (431 a.C.) - Eurípides
"De todo lo que tiene la vida y pensamiento, nosotras las mujeres, somos el ser más desgraciado."
Luego de las peripecias para recuperar el Vellocino de Oro, tarea que le hubiera encomendado su tío Pelias, Jasón regresa a Yolco y se casa con Medea. En tanto Pelias mata a Esón, padre de Jasón, pero luego es muerto por instigación de Medea. Es así que Jasón decide huir de Yolco, con su esposa y su hijo, hacia Corinto, donde reina Creonte. Allí comienza el drama, cuando a Jasón se le ocurre casarse con la hija del rey. Medea finge sumisión pero mata a la rival mediante un veneno y para evitar las represalías asesina a sus propios hijos, tras lo cual huye en el carro de Helios.
El personaje de Medea es imponente y revolucionario, en cuanto exalta la sabiduría, fortaleza y voluntad de esta mujer. Eurípides construye un arquetipo femenino con poco corriente para su tiempo y para los tiempos que vendrán. La obra es una alegato contra el sometimiento, aunque la rebeldía se pague a un altísimo costo.
Otras obras: Ifigenia en Táuride, Las troyanas, Ifigenia en Aulide.

Edipo Rey (430 a.C.) - Sófocles
Forma parte de una tetralogía sobre las desventuras del rey tebano. La acción comienza con Edipo dirigiéndose a la muchedumbre y comprometiéndose a terminar con la peste que asuela la región, para lo cual manda a consultar al oráculo de Delfos. El vaticinio dice que la epidemia terminará ni bien se vengue la muerte de Layo (a quien mató el propio Edipo, sin saber que era su padre) Cuando Tiresias le cuenta a Edipo lo que sabe, el rey piensa que es objeto de una conspiración. Entonces Yocasta (madre y esposa de Edipo) interviene como mediadora y empeora la cosa, porque le da detalles a Edipo que lo confunden más. Cuando ata cabos, se da cuenta de quién es en realidad y que todo se fue desencadenando tal como habían predicho los oráculos. Yocasta se suicida, Edipo se arranca los ojos y se autoexilia. La moraleja es que aún quienes parecen poderosos, no pueden escapar a lo que está escrito.
Otras obras: Edipo en Colono, Antígona, Electra

Lisístrata (411 a.C.) - Aristófanes
"Lisístrata: Lampito, todas las mujeres toquen esta copa, y repitan después de mí: no tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante."
Otra mujer en rebeldía, esta vez por una buena causa. Lisístrata, esposa de un soldado, recurre a un ardid femenino para evitar la guerra: hace jurar a las esposas de ambos bandos que no tendrán sexo con sus esposos a menos que declaren la paz. Por supuesto, tienen éxito, porque ya se sabe que tiran más dos tetas que dos carretas. La obra es un símbolo de la resistencia pacífica y muestra cabalmente el pensamiento de Aristófanes, enfrentado con los demagogos de turno que arengaban a las poleis griegas a enfrentarse unas contra otras.
Otras obras: Las ranas, Las avispas, Las nubes

martes, 29 de septiembre de 2009

El Siglo de Oro español y el teatro isabelino


Volpone o El zorro (1606) - Ben Jonson
Hay que tener mala pata para nacer justo en el mismo siglo que Shakespeare. De otra manera, la fama de este actor, poeta y dramaturgo inglés hubiera llegado hasta nuestros días. Tanto es así que Coleridge consideraba a sus tramas como perfectas. En Volpone hay un alegato contra la avaricia y la lujuria, escrito en forma de sátira mordaz.
Otras obras: El alquimista

Macbeth (1606) - William Shakespeare
¿Cómo elegir una entre tantas? Hoy nos gustó más el drama de esta caterva de ambiciosos, que conspiran para asesinar al buen rey Duncan. Hay unas brujas fatídicas, mucha envidia, traiciones, una esposa dispuesta a todo para que su marido sea rey, remordimientos, fantasmas y castigo final. Un argumento eterno, que bien podría ser la base de un culebrón de la tarde. La maestría de Shakespeare está en su conocimiento sobre la psicología humana. Hay varias adaptaciones cinematográficas: Orson Welles, Akira Kurosawa, Roman Polanski...
Otras obras: Hamlet, El rey Lear, La tempestad, El mercader de Venecia, Antonio y Cleopatra, Ricardo III, Enrique V, Julio César, Coriolano, Como gustéis, Mucho ruido y pocas nueces, Sueño de una noche de verano, Medida por medida...

Fuenteovejuna (1610) - Félix Lope de Vega y Carpio
"¿Quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, Señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todos a una, Señor."
Otro prolífico que ha legado obras para tirar al techo. En esta, la acción se centra en un pueblo cordobés, sometido al abuso de poder del Comendador, que quiere hacer uso del derecho de pernada sobre Laurencia que está por casarse con su amor, Frondoso. El pueblo se subleva en pos de la justicia y matan al abusón, logrando luego el perdón real. Happy end.
Otras obras: Peribáñez y el Comendador de Ocaña, La dama boba, El perro del hortelano, El mejor alcalde, el rey, El caballero de Olmedo...

La vida es sueño (1635)- Pedro Calderón de la Barca
"Yo sueño que estoy aquí/destas prisiones cargado,/y soñé que en otro estado/más lisonjero me vi./¿Qué es la vida? Un frenesí./¿Qué es la vida? Una ilusión,/una sombra, una ficción,/y el mayor bien es pequeño:/que toda la vida es sueño,/y los sueños, sueños son."
La obra contiene el monólogo más famoso del teatro español, cuando Segismundo se pregunta sobre la vida y su suerte. El argumento central es el libre albedrío, la capacidad de torcer el destino.
Otras obras: El alcalde de Zalamea, El médico de su honra, El mayor monstruo, los celos, El gran teatro del mundo, A secreto agravio, secreta venganza, Casa con dos puertas mala es de guardar.

Tartufo o El impostor (1664) - Jean-Baptiste Poquelin, Molière
Comedia escrita en verso, acerca de un hipócrita santurrón y torpe, que servilmente va coaptando la voluntad de un aristócrata venido a menos, a quien domina a base de lisonjas. Tartufo es un aprovechador sin escrúpulos y el único que no lo advierte es su benefactor, hasta que finalmente es desenmascarado y detenido por orden del rey. Si bien la hipocresía es el tema central, hay también una crítica a cierta pacatería religiosa que hacía que estos beatos fueran presa fácil de estafadores espirituales como Tartufo.
Otras obras: El misántropo, El médico a palos, El enfermo imaginario, El avaro, El burgués gentilhombre.

Fedra (1677) - Jean Racine
Retomando la temática de la mitología griega, basándose en el Hipólito de Eurípides, Racine describe el amor cuasi incestuoso que Fedra siente por su hijastro y la tragedia que este sentimiento desata. Todos pierden, todos sufren y todo termina mal, como en una tragedia decente.
Otras obras: Andrómaca, Ifigenia, La Tebaida.

La Ilustración


Zadig o El destino (1748) - François Marie Arouet, Voltaire
Tal su costumbre de ambientar sus obras fuera de la Francia de su época para evitar la censura y exponer sus ideas, Voltaire ubica a Zadig en la Babilonia del siglo IX, para expresar que la Providencia rige hasta los actos más insignificantes y nos pone a prueba constantemente, pero finalmente lo que tenga que ser será, no importan las dificultades que se nos atraviesen en el camino.
Otras obras: Cándido o el Optimismo, Micromegás

María Estuardo (1800) - Friedrich von Schiller
Sigue teniéndoselo por el dramaturgo más importante de la literatura alemana. Su María Estuardo está ya detenida y confinada en palacio, por orden de Isabel I, aunque sin claudicar en sus convicciones. Tanto el suyo como el de su antagonista, la reina, son dos personajes soñados por cualquier actriz, debido a lsu carga dramática y a los magníficos parlamentos que contienen.
Otras obras: Wallenstein, La doncella de Orleáns, Guillermo Tell, Don Carlos

El siglo XIX


Woyzeck (1836) - Georg Büchner
Su obra está atravesada por su preocupación por el dolor humano, la vacuidad y la compasión por todas las criaturas, sumada a la crítica a los valores burgueses. En Woyzeck (o Wozzeck), drama que dejó inconcluso por su muerte temprana, describe los efectos deshumanizadores del entorno de un joven soldado, en una aguda observación acerca de la cretinización a la que induce la pobreza. Extraordinaria caracterización de Klaus Kinski, en la película homónima de Werner Herzog.
Otras obras: La muerte de Dantón

Casa de muñecas (1879) - Henryk Ibsen
Alegato pro-feminista en una sociedad conservadora. El personaje de Nora Helmer, su toma de conciencia y el portazo final con que se hace cargo de las riendas de su vida han sido una bandera en la lucha por la igualdad sexual.
Otras obras: Un enemigo del pueblo, Peer Gynt, Espectros, El pato silvestre, Hedda Gabler

La señorita Julia (1888) - August Strindberg
Una joven condesa convierte en amante a su sirviente, situación que el hombre pretende aprovechar en su beneficio, desencadenando la tragedia. Es una obra que no muestra ideales ni héroes: es la historia de "rudos, cínicos, sin corazón, como ofrece la vida".
Otras obras: El padre

La importancia de llamarse Ernesto (1895) - Oscar Wilde
Difícil traducir el juego de palabras a que hace alusión el título, que sería "la importancia de parecer formal", en una nueva vuelta de tuerca a la crítica a la sociedad victoriana que Wilde tomó como epopeya personal.
Otras obras: El abanico del Lady Windermere, Salomé, Una mujer sin importancia

La ronda (1896) - Arthur Schnitzler
Verdadero desafío de puesta en escena para la época, el texto narra una serie de episodios, relacionados entre sí por los personajes que van pasando de una escena a otra, como si la vida fuera un carrusel. No los une el amor, sino el sexo furtivo y soterrado, desprovisto de toda idealización. Hay una adaptación al cine realizada por Max Ophüls en 1950.
Otras obras: La señorita Else, Amoríos

El jardín de los cerezos (1904) - Antón Chéjov
En plena decadencia del imperio ruso, los aristócratas empobrecidos ven como sus otrora sirvientes se han enriquecido e intercambian los roles. El autor pone en evidencia que las personas no declaman ni viven grandes dramas, sino que la trama cotidiana se construye con vulgaridades y situaciones anodinas.
Otras obras: La gaviota, El tío Vania

Teatro contemporáneo


Pigmalión (1916) – George Bernard Shaw
¿Quién no ha conoce a la adorable Eliza Doolittle, la florista inculta a quien Higgins quiere convertir en una dama a causa de una apuesta? Es Audrey Hepburn, en My Fair Lady, con Rex Harrison como Higgins, bajo las órdenes de George Cukor.

Seis personajes en busca de autor (1925) – Luigi Pirandello
"Criaturas de mi espíritu, las seis ya vivían una vida que era suya y ajena a mí, una vida que yo no podía seguir negándoles".
Teatro dentro del teatro, estos personajes pugnan por cobrar vida y contar sus historias, sin un texto que los acote.
Otras obras: El difunto Matías Pascal

Madre coraje y sus hijos (1933) – Bertolt Brecht
"No dejaré que me hablen mal de la guerra. Dicen que destruye a los débiles, pero ésos revientan también en la paz. Lo único que pasa es que la guerra alimenta mejor a sus hijos".
Tremendo alegato antibélico que advierte que no se puede dejar de tomar partido, porque terminarán golpeando tu puerta.
Otras obras: El círculo de tiza caucasiano, Galileo

La casa de Bernarda Alba (1936) – Federico García Lorca
La intolerancia es el tema dramático escogido por el poeta de Fuentevaqueros, para ponerlo en la piel de esta viuda despótica y chupacirios, empeñada en arruinarle la vida a sus cinco hijas. Estrenada en Buenos Aires en 1945 con el protagónico de Margarita Xirgu.
Otras obras: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera.

Viaje de un largo día hacia la noche (1941) – Eugene O’Neill
Obra autobiográfica que narra los sucesos de un día de 1912, centrándose en la crítica hacia la figura del padre, culpable de toda la desdicha familiar. Película de Sidney Lumet, con Katharine Hepburn y Jason Robards.
Otras obras: El emperador Jones, Extraño interludio

Las criadas (1947) – Jean Genet
Dos hermanas, empleadas domésticas, que se rebelan y matan a su señora, luego de acumular la rabia suficiente como para atravesar el límite de la cordura. Estupenda versión filmíca, con Glenda Jackson y Susannah York, dirigidas por Christopher Miles.

Un tranvía llamado deseo (1947) – Tennesse Williams
El dramaturgo que ha compuesto los mejores personajes femeninos de este siglo crea a esta patética y querible Blanche DuBois que se cruzará en la vida del basto Stanley Kowalski para desatar un drama de amor. Elia Kazan reunió en la pantalla a Vivien Leigh y Marlon Brando para protagonizar esta pareja caliente y trágica.
Otras obras: La gata sobre el tejado de zinc caliente, El zoo de cristal, De repente el último verano, Dulce pájaro de juventud, Verano y humo.

La muerte de un viajante (1949) – Arthur Miller
Es la muerte del sueño americano y este vendedor fracasado su homicida. Willy Loman es, quizás, el personaje trágico más representativo de la segunda mitad del siglo XX: el hombre decepcionado. En cine lo encarnó Dustin Hoffman, con dirección de Volker Schlondörff
Otras obras: Las brujas de Salem, Panorama desde el puente

Final de partida (1957) – Samuel Beckett
Un juego de ajedrez, donde quedan pocas fichas para mover y aunque la derrota es inevitable, el protagonista se niega a aceptarla. Un ambiente opresivo, un mundo muerto y estático, sin tiempo.
Otras obras: Esperando a Godot

Sopa de pollo con cebada (1958) – Arnold Wesker
Una madre socialista, un marido que no corta ni pincha y dos hijos que observan la infelicidad de sus padres y buscan su propio camino. Un drama de clase media, que tras su simpleza desarrolla la problemática social e individual contemporánea.

El rinoceronte (1959) – Eugene Ionesco
¿Qué tal si un día cualquiera todos nuestros conocidos se transformaran en rinocerontes y quedáramos sólo nosotros para resistir a la uniformidad? Ionesco emprende contra el conformismo y contra esa pseudoigualdad que proponen los regímenes fascistas. Hay una buena adaptación al cine, protagonizada por Gene Wilder y dirigida por Tom O'Horgan.
Otras obras: La cantante calva, El rey se muere

¿Quién le teme a Virginia Woolf? (1962) – Edward Albee
Un matrimonio que se odia a muerte y meten a terceros en ese juego cruel que tan bien saben jugar. Impresionante apuesta fílmica de Mike Nichols con Elizabeth Taylor y Richard Burton, casi en tono autorreferencial.

Perdidos en Yonkers (1991) – Neil Simon
Ambientada en la década del 30, la obra cuenta la historia de dos hermanos que son enviados por su padre a la casa de su severa abuela para que los eduque. En cine, la dirigió Martha Coolidge, con Richard Dreyfuss como protagonista.
Otras obras: Extraña pareja, Están tocando nuestra canción, Sweet Charity, La chica del adiós

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA MUSA CRIOLLA


Será que nuestro bautizo, por obra de un clérigo cacereño, nos bendijo con los dones de Erato y Calíope. Será que esa epopeya fundacional de Martín del Barco Centenera intitulada "La Argentina" presagiaba un destino épico -cuyo desenlace aún no se ha escrito- que demandaría las voces de todos los aedos. Será que la extensión, los contrastes, la savia joven de la tierra, hacen brotar exuberantes las palabras...

Lo concreto es que habitamos suelo de poetas. No es casual, entonces, que nuestra biblia autóctona sea una composición rimada, que nuestra música popular se embarace con letras que podrían destacar en cualquier antologia contemporánea o que nuestros grandes prosistas no hayan resistido a la tentación de versificar.

En este viaje por la Arcadia autóctona vamos a detenernos en algunas estaciones principales aunque aleatorias para alimentarnos con la ambrosía y el néctar, muchas veces amargo y áspero, siempre rico en aliteraciones, anacolutos, anadiplosis, calambures, enálages, oximorones y otros misterios impronunciables.

¡Allá vamos!

Generación de 1880


Es la literatura de la Argentina potencia, camino al Centenario, aquella que observa a Europa con ojos admirados. Sin embargo, entre tanto rastacuer, destacamos a dos poetas que supieron mirar hacia adentro.

Nenia (Canción fúnebre)
Carlos Guido y Spano (1827-1916)

En idioma guaraní,
una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya
cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:

¡Llora, llora urutaú
en las ramas del yatay,
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú ­
¡llora, llora urutaú!

¡En el dulce Lambaré
feliz era en mi cabaña;
vino la guerra y su saña
no ha dejado nada en pie
en el dulce Lambaré!

¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
Todo en el mundo he perdido;
en mi corazón partido
sólo amargas penas hay ­
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!

De un verde ubirapitá
mi novio que combatió
como un héroe en el Timbó,
al pie sepultado está
¡de un verde ubirapitá!

Rasgado el blanco tipoy
tengo en señal de mi duelo,
y en aquel sagrado suelo
de rodillas siempre estoy,
rasgado en blando tipoy.

Lo mataron los cambá
no pudiéndolo rendir;
él fue el último en salir
de Curuzú y Humaitá ­
¡Lo mataron los cambá!

¡Por qué, cielos, no morí
cuando me estrechó triunfante
entre sus brazos mi amante
después de Curupaití!
¡Por qué, cielos, no morí!...

¡Llora, llora, urutaú
en las ramas del yatay;
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú-
¡Llora, llora, urutaú!

Santos Vega
Rafael Obligado (1851-1920)

2 - LA PRENDA DEL PAYADOR
El sol se oculta: inflamado
el horizonte fulgura,
y se extiende en la llanura
ligero estambre dorado.
Sopla el viento sosegado,
y del inmenso circuito
no llega al alma otro grito
ni al corazón otro arrullo
que un monótono murmullo,
que es la voz del infinito.

Santos Vega cruza el llano,
alta el ala del sombrero
levantada del pampero
al impulso soberano.
Viste poncho americano,
suelto en ondas de su cuello
y chispeando en su cabello
y en el bronce de su frente
lo cincela el poniente
con el último destello.

¿Dónde va? Vese distante
de un ombú la copa erguida,
como espiando la partida
de la luz agonizante.
Bajo la sombra gigante
de aquel árbol bienhechor,
su techo, que es un primor
de reluciente totora,
alza el rancho donde mora
la prenda del payador.

El modernismo


Influenciados por Rubén Darío, una nueva camada de escritores surge en el Río de la Plata. Con toda su carga de exotismo y preciosismo en el lenguaje, este movimiento tiene como paladín a Leopoldo Lugones. Ya el postmodernismo traerá consigo a una mujer menuda y enorme: Alfonsina Storni.

La última careta
Leopoldo Lugones (1827-1916)

La miseria se ríe con sórdida chuleta,
Su perro lazarillo le regala un festín.
En sus funambulescos calzones va un poeta,
Y en su casaca el huérfano que tiene por Delfín.

El hambre es su pandero, la luna su peseta
Y el tango vagabundo su padre nuestro. Crin
De león, la corona. Su baldada escopeta
De lansquenete impávido suda un fogoso hollín.

Va en dominó de harapos, zumba su copla irónica.
Por antifaz le presta su lienzo la Verónica.
Su cuerpo, de llagado, parece un huerto en flor.

Y bajo la ignominia de tan siniestra cáscara,
Cristo enseña a la noche su formidable máscara
De cabellos terribles, de sangre y de pavor.

El divino amor
Alfonsina Storni (1892-1938)

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
te ando buscando, amor que te mezquinas,
me aguzo por saber si me adivinas,
me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,
que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.

El sencillismo


Al barroquismo endemoniado de los modernistas se opondría la poética de lo popular. Lo cotidiano en un primer plano, evocado con palabras sencillas y emotivas, es la impronta de Baldomero Fernández Moreno, el de los setenta balcones, y del santafesino José Pedroni.

Contemplación del beso
Baldomero Fernández Moreno (1886-1950)

Debe el beso venir desde la hondura
de una cabeza baja y atraída
en la penumbra gris desvanecida
mientras un viento vuele de frescura.

Boca entreabierta, elástica, madura,
que en el atardecer se haga una herida.
Toda ella roja de profunda vida
con un signo mortal: la dentadura.

Verlo avanzar después muy lentamente
como un ascua encendida o roja estrella
y detenerlo, ay, súbitamente.

Contemplarlo en deliquio y miel de abella,
huir la boca por rozar la frente
y a ella volver para morir en ella.

Cuna
José Pedroni (1899-1968)

Haz con tus propias manos
la cuna de tu hijo.
Que tu mujer te vea
cortar el paraíso.

Para colgar del techo,
como en los tiempos idos
que volverán un día.
Hazla como te digo.

Trabajarás de noche.
Que se oiga tu martillo.
"Estás haciendo la cuna"
que diga tu vecino.

Alguna vez la sangre
te manchará el anillo.
Que tu mujer la enjuague.
Que manche su vestido.

Las noches serán blancas,
de columpiado pino.
Harás según el árbol
la cuna de tu niño.

Para que tenga el sueño
en su oquedad de nido.
Para que tenga el ángel
en un oculto grillo.

La obra será tuya.
Verás que no es lo mismo.
Será como tus brazos
la cuna de tu hijo.

Se mecerá con aire.
Te acordarás del pino.
Dirás: "Duerme en mi cuna".
Verás que no es lo mismo.

Grupo de Florida


Entre 1920 y 1930, surge una vanguardia agrupada en torno a la revista Martin Fierro, cuya sede quedaba en Florida y Tucumán. Apoyaban el surrealismo, el dadaísmo y el ultraísmo y todos los ísmos innovadores que venían de Europa.

Everness
Jorge Luis Borges (1899-1986)

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido

Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

Ella
Oliverio Girondo (1891-1967)

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.

Grupo de Boedo


Simultáneamente a Florida, apareció otra vanguardia, influenciada por el realismo soviético. Propugnaban un arte obrero y popular, comprometido políticamente con las ideas de izquierda.

El poeta murió al amanecer
Raúl González Tuñón (1905-1974)

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.

Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.

Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

Langalay
Carlos de la Púa (1898-1950)

Vivió sacándole punta al coraje.
Prepotente y cabrero,
le gustaba clasificar los puntos del reaje,
y a los que no sabían guapear
les ponía cero.

Conocía el santo y seña del cuchiyo,
usaba taco alto
y escupía por el colmiyo.

Del cogote, como un escapulario,
le colgaba un prontuario
de avería.
Al barrio de Las Ranas
hizo temblar con sus macanas.

Hoy el progreso lo empujó para Villa Madero.
Una mina con cancha le sacó las virutas de cabrero
y el amor al hijo lo hizo amainar.
Sólo conserva de recuerdo un suncho
grabado en la tarimba de un plenario
con estas ocho letras bravas: Langalay.

Generación de 1940


Con recursos de las vanguardias, estos poetas evocan una atmósfera nostálgica, abundante en descripciones y de tono elegíaco.

Las muertes
Olga Orozco (1920-1999)

He aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la lluvia,
lápidas donde nunca ha resonado el golpe tormentoso
de la piel del lagarto,
inscripciones que nadie recorrerá encendiendo la luz
de alguna lágrima;
arena sin pisadas en todas las memorias.
Son los muertos sin flores.
No nos legaron cartas, ni alianzas, ni retratos.
Ningún trofeo heroico atestigua la gloria o el oprobio.
Sus vidas se cumplieron sin honor en la tierra,
mas su destino fue fulmíneo como un tajo;
porque no conocieron ni el sueño ni la paz en los
infames lechos vendidos por la dicha,
porque sólo acataron una ley más ardiente que la ávida
gota de salmuera.
Esa y no cualquier otra.
Esa y ninguna otra.
Por eso es que sus muertes son los exasperados rostros
de nuestra vida.

Amazona como lírica
Alberto Girri (1919-1991)

Femineidad cobrando
entonación masculina,
gracia donde resuena
la voz virago,
carne con todo
lo que insinúa de caballo,
vientre recogido,
redonda grupa, ancho pecho,
orejas en punta, cerviz levantada,
crines densas,
la tibia piel y el belfo
en sucesivo mudar, del reflejo
castaño al ceniciento, bayo,
dorado, a manchas...

¡Y la vitanda conclusión
en tu deleite,
un abrazo
que por imprevista alquimia
se agrega también dones histriónicos,
un caballo que además finge
no admitir en su dorso a nadie
que no sea su dueño,
y además la prevención
de perder mansedumbre toda vez
que se lo ceda a otro dueño!

Generación de 1960


Existencialistas influenciados por Sartre y por Camus, absorbidos por el tiempo metafísico y por las convulsiones sociales, emergentes de una década de cambios profundos y acontecimientos históricos mundiales, los poetas del sesenta morirán, de alguna u otra manera, en la década siguiente.

Anillos de ceniza
Alejandra Pizarnik (1936-1972)

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

Nota 1
Juan Gelman (1930)

te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré uno con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar, derrota.
nunca me faltará un rostro amado para
matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.