miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA MUSA CRIOLLA


Será que nuestro bautizo, por obra de un clérigo cacereño, nos bendijo con los dones de Erato y Calíope. Será que esa epopeya fundacional de Martín del Barco Centenera intitulada "La Argentina" presagiaba un destino épico -cuyo desenlace aún no se ha escrito- que demandaría las voces de todos los aedos. Será que la extensión, los contrastes, la savia joven de la tierra, hacen brotar exuberantes las palabras...

Lo concreto es que habitamos suelo de poetas. No es casual, entonces, que nuestra biblia autóctona sea una composición rimada, que nuestra música popular se embarace con letras que podrían destacar en cualquier antologia contemporánea o que nuestros grandes prosistas no hayan resistido a la tentación de versificar.

En este viaje por la Arcadia autóctona vamos a detenernos en algunas estaciones principales aunque aleatorias para alimentarnos con la ambrosía y el néctar, muchas veces amargo y áspero, siempre rico en aliteraciones, anacolutos, anadiplosis, calambures, enálages, oximorones y otros misterios impronunciables.

¡Allá vamos!

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