miércoles, 21 de mayo de 2008

EL COMBATE PERPETUO

Literatura versus cine

En una esquina de este ring imaginario… la literatura. Con sus siglos de trayectoria, sus millones de páginas escritas, sus innumerables representantes ilustres. Casta y pura.

En la otra esquina del cuadrilátero… el cine, ese invento del siglo XIX, tan real como la vida misma, un fenómeno de masas, catalizador de diversos lenguajes artísticos. Bastardo y proxeneta.

La polémica entre la literatura, concebida como un arte formal y respetable, y el cine, calificado de espectáculo y entretenimiento, es tan antigua como el propio cine.

De hecho, cada vez que una obra literaria reconocida es adaptada a la pantalla, se pretende una fidelidad casi imposible de lograr con el texto original. Sin embargo, estas dos manifestaciones artísticas tienen un mismo objetivo, que es contar historias y comparten uno de sus elementos básicos: la palabra. La diferencia sustancial es el lenguaje que ambas utilizan para reconstruir la acción.

Mientras que la literatura descansa en la habilidad del escritor para trasladar su visión al lector, que la decodificará de acuerdo con su propio entorno, el cine requiere, además, una imagen en qué apoyar el texto, una música que genere el clima y actores que le den carnadura a los personajes.

Diríamos, en defensa del séptimo arte, que el riesgo es mayor, ya que al fallar uno de estos elementos, no se logra el efecto esperado. Y más aún: le juega en contra la construcción mental que cada lector se ha hecho al leer previamente la obra.

Como contrapartida, si uno ha visto “Blade runner” y luego leyera “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, la novela corta de Philip K. Dick sobre la que se basa la película, es probable que al personaje de Rick Deckard le “pusiera” la cara de Harrison Ford.

Tampoco se le puede negar al cine su papel como difusor de la obra de grandes escritores. Lo explica Marshall McLuhan, teórico canadiense, creador del concepto de aldea global y estudioso de los medios de comunicación:

La película es a la representación teatral lo que el libro fue al manuscrito. Pone a disposición de muchos en muchos momentos y lugares lo que de otro modo quedaría restringido a unos pocos y a pocos momentos y lugares. La película, igual que el libro, es un mecanismo de duplicación

William Shakespeare es el autor clásico que más le debe al celuloide. Lo han puesto en el cine Griffith, Kurosawa, Olivier, Polanski, Welles, Branagh y muchos otros cineastas. Se han llevado sus argumentos a todas las épocas y ambientes, se han hecho parodias y se han trasformado en dibujos animados.

La primera película rodada sobre un texto de Shakespeare de la que se tiene noticia es King John, filmada por Sir Herbert Beerbohm Tree en 1899. En la lista de historias que han sido filmadas más veces figuran Hamlet (7 versiones), Romeo y Julieta (5 versiones) y Macbeth (33 versiones).

Otro autor muy visitado ha sido Julio Verne: sólo entre 1900 y 1910 se hicieron 18 films. Miguel Strogoff, 20.000 leguas de viaje submarino, De la tierra a la luna, Un capitán de 15 años, La vuelta al mundo en 80 días, son algunos de los títulos más versionados.

David Wark Griffith, un innovador del lenguaje cinematográfico de las primeras épocas, jamás negó que tomaba la obra de Charles Dickens como modelo, una obra en la que se encontraban recursos narrativos que Griffith aplicó sistemáticamente en sus películas, como el montaje de acciones paralelas, que equivale al “mientras tanto” de la literatura.

Por otra parte, cada vez más son los escritores que incursionan en el mundo del cine, una incursión que se inició cuando autores como Scott Fitzgerald, William Faulkner o John Steinbeck aceptaron el llamado de Hollywood para escribir los guiones de muchas de sus películas.

Igualmente, han existido estrechas colaboraciones entre guionistas y directores, o escritores que se han decidido a dirigir, como Jean Cocteau, Jean Genet, André Malraux, Susan Sontag o Marguerite Duras.

Por lo tanto, así como el cine le adeuda a la literatura por proporcionarle argumentos sólidos para sus películas, la literatura le debe al cine la difusión masiva de las obras, aún entre un público cada vez más reacio a emprender aventuras literarias y la revalorización de autores y obras que, de otra manera hubieran caído en el olvido.

Hay cientos de ejemplos. Citemos el caso de Jane Austen y su “Sensatez y sentimientos”, filmada por Ang Lee o la fiebre desatada por Peter Jackson y su trilogía sobre “El señor de los anillos”, de J. R. R. Tolkien.

Consultamos a León Tolstoi, testigo de la aparición del cine en los albores del siglo XX: “Ya veréis como este pequeño y ruidoso artefacto provisto de un manubrio revolucionará nuestra vida: la vida de los escritores. Es un ataque directo a los viejos métodos del arte literario. Tendremos que adaptarnos a lo sombrío de la pantalla y a la frialdad de la máquina. Serán necesarias nuevas formas de escribir. He pensado en ello e intuyo lo que va a suceder.”

“Pero la verdad es que me gusta. Estos rápidos cambios de escena, esta mezcla de emoción y sensaciones es mucho mejor que los compactos y prolongados párrafos literarios a los que estamos acostumbrados. Está más cerca de la vida. También en la vida los cambios y transiciones centellean ante nuestros ojos, y las emociones del alma son como huracanes. El cinematógrafo ha adivinado el misterio del movimiento. Y ahí reside su grandeza.”

A nosotros también nos gusta, sobre todo porque estimula la curiosidad, alimenta la imaginación, crea nuevos universos y resignifica la palabra. En un planeta hecho de espejos rotos, el cine es un caleidoscopio.

POESÍA ¿ERES TÚ?

Sensible, misteriosa y leve… como una mujer hermosa

¿Quién no se ha cobijado en ella en un instante de amor o desamor? ¿Quién no ha tomado prestadas sus palabras para hacerlas suyas cuando el sentimiento desborda? En su origen griego se traduce como “creación” y nada más acertado para definir este género literario que recurre a las capacidades estéticas del lenguaje, tensando hasta el límite mismo significantes y significados.

La poesía se vale de varios artilugios: sonido, ritmo e imágenes. Desde sus primeras apariciones, a caballo del drama, la épica y la lírica, cuando se utilizaban los versos medidos, hasta la libertad contemporánea, en la que la única medida es el talento del poeta, ha estado presente en todas las civilizaciones.

Hay poesía en jeroglíficos egipcios de unos 25 siglos AC. También en la epopeya sumeria de Gilgamesh, en la Ilíada y la Odisea, en los Vedas hindúes, en los Kenningar germánicos, en los textos del azteca Nezahualcoátl, en los haiku japoneses, en los poemas de la dinastía china Tang, en los versos de Omar El Khayyam, en el bíblico Cantar de los Cantares. El hombre ha poetizado desde el principio de los tiempos.

Ha participado –y aún anticipado- de las diversas corrientes culturales a lo largo de la historia, como expresión artística irreemplazable. Con la autoridad que le otorga su extenso pasado, con la necesidad de instalarse en la vanguardia creativa, ha roto moldes, reinventándose a sí misma. Quizás comparte con el humor esta facilidad para quebrar las estructuras del lenguaje.

Para Leonardo da Vinci “la pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”. Según Rabindranath Tagore “es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”. Y es también “un recuerdo de los mejores y más felices momentos de los mejores y más felices ingenios”, al decir de Percy Shelley.

“El hombre sordo a la voz de la poesía es un bárbaro”, sentenció Goethe. La poesía comparte con la música la capacidad de ser disfrutada por oídos profanos, de tal manera, que, aún quien no conozca las reglas de composición, la tome y la aprehenda y haga su propia versión.

Todo gran escritor es un poeta, aunque emplee el formato de la prosa. “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!” es una invocación que apela a los recursos de la poesía. (Facundo o Civilización y barbarie, Domingo Faustino Sarmiento, 1845)

Asimismo, un poeta puede ser un gran narrador, retomando la tradición homérica:

Altazor morirás. Se secará tu voz y serás
(invisible
La Tierra seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa de un traspié como el equilibrista sobre
(el alambre que ata las miradas del pavor.

(Altazor o el viaje en paracaídas, Vicente Huidobro, 1931)

En Tlön no nos cabe duda que los dadaístas harían travesuras en los blogs, de la misma manera que descreemos de que el hombre pueda prescindir de la poesía. Por los bares, en medio del monte, para el silencio o frente a un auditorio, la magia cadenciosa de la palabra nos subyugará por siempre.

Rima IV, Gustavo Adolfo Bécquer

No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;

Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;

Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;

Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;

Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

EN EL NOMBRE DEL PADRE

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

¿Por qué no antes? ¿Por qué esperamos hasta ahora para celebrar el texto que nos dio el alfa y el omega, la quintaesencia de este proyecto, la palabra fundacional? La respuesta es porque sí. Sólo tenemos preguntas, nunca verdades.

Para colmo de males, nos lavamos olímpicamente las manos y en lugar de realizar la apología correspondiente y merecida, recurrimos cobardemente a Jorge Luis Borges, para que sea él quien hable sobre “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”.


Acaban de informarme que voy a hablar sobre mis cuentos. Ustedes quizás los conozcan mejor que yo, ya que yo los he escrito una vez y he tratado de olvidarlos, para no desanimarme he pasado a otros; en cambio tal vez alguno de ustedes haya leído algún cuento mío, digamos, un par de veces, cosa que no me ha ocurrido a mí. Pero creo que podemos hablar sobre mis cuentos, si les parece que merecen atención. Voy a tratar de recordar alguno y luego me gustaría conversar con ustedes que, posiblemente, o sin posiblemente, sin adverbio, pueden enseñarme muchas cosas, ya que yo no creo, contrariamente a la teoría de Edgar Allan Poe, que el arte, la operación de escribir, sea una operación intelectual. Yo creo que es mejor que el escritor intervenga lo menos posible en su obra. Esto puede parecer asombroso; sin embargo, no lo es, en todo caso se trata curiosamente de la doctrina clásica.

Lo vemos en la primera línea -yo no sé griego- de la Iliada de Homero, que leemos en la versión tan censurada de Hermosilla: "Canta, Musa, la cólera de Aquiles". Es decir, Homero, o los griegos que llamamos Homero, sabía, sabían, que el poeta no es el cantor, que el poeta (el prosista, da lo mismo) es simplemente el amanuense de algo que ignora y que en su mitología se llamaba la Musa. En cambio los hebreos prefirieron hablar del espíritu, y nuestra psicología contemporánea, que no adolece de excesiva belleza, de la subconsciencia, el inconsciente colectivo, o algo así. Pero en fin, lo importante es el hecho de que el escritor es un amanuense, él recibe algo y trata de comunicarlo, lo que recibe no son exactamente ciertas palabras en un cierto orden, como querían los hebreos, que pensaban que cada sílaba del texto había sido prefijada. No, nosotros creemos en algo mucho más vago que eso, pero en cualquier caso en recibir algo.

Hube escrito yo un cuento titulado "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Tlön, no se sabe a qué idioma corresponde. Posiblemente a una lengua germánica. Uqbar surgiere algo arábigo, algo asiático. Y luego, dos palabras claramente latinas: Orbis Tertius, mundo tercero. La idea era distinta, la idea es la de un libro que modifique el mundo.

Yo he sido siempre lector de enciclopedias, creo que es uno de los géneros literarios que prefiero porque de algún modo ofrece todo de manera sorprendente. Recuerdo que solía concurrir a la Biblioteca Nacional con mi padre; yo era demasiado tímido para pedir un libro, entonces sacaba un volumen de los anaqueles, lo abría y leía. Encontré una vieja edición de la Enciclopedia Británica, una edición muy superior a las actuales ya que estaba concebida como libro de lectura y no de consulta, era una serie de largas monografías. Recuerdo una noche especialmente afortunada en la que busqué el volumen que corresponde a la D-L, y leí un artículo sobre los druidas, antiguos sacerdotes de los celtas, que creían -según César- en la transmigración (puede haber un error de parte de César). Leí otro artículo sobre los Drusos del Asia Menor, que también creen en la transmigración. Luego pensé en un rasgo no indigno de Kafka: Dios sabe que esos Drusos son muy pocos, que los asedian sus vecinos, pero al mismo tiempo creen que hay una vasta población de Drusos en la China y creen, como los Druidas, en la transmigración. Eso lo encontré en aquella edición, creo que el año 1910, y luego en la de 1911 no encontré ese párrafo, que posiblemente soñé; aunque creo recordar aún la frase Chinese druses -Drusos Chinos- y un artículo sobre Dryden, que habla de toda la triste variedad del infierno, sobre el cual ha escrito un excelente libro el poeta Eliot; eso me fue dado en una noche.

Y como siempre he sido lector de enciclopedias, reflexioné -esa reflexión es trivial también, pero no importa, para mí fue inspiradora- que las enciclopedias que yo había leído se refieren a nuestro planeta, a los otros, a los diversos idiomas, a sus diversas literaturas, a las diversas filosofías, a los diversos hechos que configuran lo que se llama el mundo físico. ¿Por qué no suponer una enciclopedia de un mundo imaginario?

Esa enciclopedia tendría el rigor que no tiene lo que llamamos realidad. Dijo Chesterton que es natural que lo real sea más extraño que lo imaginado, ya que lo imaginado procede de nosotros, mientras que lo real procede de una imaginación infinita, la de Dios. Bueno, vamos a suponer la enciclopedia de un mundo imaginario. Ese mundo imaginario, su historia, sus matemáticas, sus religiones, las herejías de esas religiones, sus lenguas, las gramáticas y filosofías de esas lenguas, todo, todo eso va a ser más ordenado, es decir, más aceptable para la imaginación que el mundo real en el que estamos tan perdidos, del que podemos pensar que es un laberinto, un caos. Podemos imaginar, entonces, la enciclopedia de ese mundo, o esos tres mundos que se llaman, en tres etapas sucesivas, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. No sé cuántos ejemplares eran, digamos treinta ejemplares de ese volumen que, leído y releído, acaba por suplantar la realidad; ya que la historia que narra es más aceptable que la historia real que no entendemos, su filosofía corresponde a la filosofía que podemos admitir fácilmente y comprender: el idealismo de Hume, de los hindúes, de Schopenhauer, de Berkley, de Spinoza. Supongamos que esa enciclopedia funde el mundo cotidiano y lo reemplaza. Entonces, una vez escrito el cuento, aquella misma idea de un objeto mágico que modifica la realidad lleva a una especie de locura; una vez escrito el cuento pensé: "¿qué es lo que realmente ha ocurrido?" Ya que, qué sería del mundo actual sin los diversos libros sagrados, sin los diversos libros de filosofía. Ese fue uno de los primeros cuentos que escribí. Ustedes observarán que esos tres cuentos de apariencia tan distinta, "Tlön, Uqbar; Orbis Tertius", "El Zahir" y "El libro de arena", son esencialmente el mismo: un objeto mágico intercalado en lo que se llama mundo real”.


Sólo nos ocuparemos de reseñar que el cuento fue publicado por primera vez en la revista “Sur”, en 1940, recogido posteriormente en “Los jardines de los senderos que se bifurcan”, en 1941 y publicado finalmente en “Ficciones”, en 1944.

En la dirección URL www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/tlon.htm encontrarán el relato completo.

martes, 6 de mayo de 2008

TLöNISTAS FAMOSOS

El hombre que fue Chesterton

Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George…


Gilbert Keith Chesterton fue un hombre grande, en todo sentido. Físicamente, porque medía 1.93 metros y pesaba alrededor de 130 kilos. Tanto es así que, durante la Primera Guerra Mundial, una mujer en Londres le preguntó por qué no estaba peleando "afuera en el Frente", a lo que le respondió: 'Si usted da una vuelta hasta mi costado, podrá ver que sí lo estoy”.

De su paso por las instituciones escolares, conservará el recuerdo de “ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber”. Luego, tomó clases de dibujo y pintura, que le servirían para ilustrar algunos de sus libros.

“El periodismo consiste esencialmente en decir 'lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo”, supo decir quien haría del periodismo su profesión.

Criado en una familia de librepensadores, en plena época victoriana, devino en un apasionado defensor de la fe católica. “Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”, nos dirá, con conocimiento de causa, ya que transitó varias veredas, antes de llegar a lo que él consideraba la religión verdadera.

“Democracia significa gobierno por los que no tienen educación y aristocracia significa gobierno por los mal educados”. Interesado por la realidad política de su tiempo, planteó una alternativa al capitalismo y al comunismo, denominada distribucionismo y fundamentada en la doctrina social de la Iglesia.

Llamado “Príncipe de la paradoja”, sus textos se caracterizan por comenzar con alguna afirmación que parece de lo más normal y que terminará revelando que no todo es lo que parece, en una nueva y original vuelta de tuerca a la argumentación lógica conocida como reductio ad absurdum.

Pocos autores han logrado una simbiosis tan perfecta con su personaje fetiche. De tal forma, resulta imposible despegar a Chesterton de su Padre Brown, el pequeño y aparentemente torpe sacerdote que resuelve casos policiales en base a su conocimiento de la condición humana, antes que apelando a soluciones ingeniosas.

De una obra compuesta por ochenta libros, varios cientos de poemas, alrededor de doscientos cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores, mezquinamente citaremos un par, a modo de recomendación: la novela “El hombre que fue jueves”, una alegoría sobre el mal y el libre albedrío, el poema épico sobre Alfredo El Grande “La balada del caballo blanco”, el viaje a través de la historia de la humanidad encerrado en “El hombre eterno” y los cinco volúmenes de los relatos del Padre Brown.

Este inglés, para quien “muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra”, habita nuestro planeta, fundamentalmente, a fuerza de honestidad intelectual. Aún transitando cosmogonías paralelas, reconocemos en Chesterton su mirada piadosa hacia el hombre, su fe irreductible, aunque racional y cuestionadora y su literatura espléndida y militante.

Murió el 14 de junio de 1936, para ser admirado por otros que tomaron la posta: Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Ernest Hemingway, Graham Greene, C. S. Lewis… y los tlönistas de este foro.

No hay cínicos, no hay materialistas. Todo hombre es un idealista, sólo que sucede con demasiada frecuencia que tiene un ideal equivocado.

LA REIVINDICACION DE LA EÑE

¡Por las barbas de Cervantes!

Se la ve tan desvalida, tan poca cosa. Esta ene con pretensiones, estandarte de la lengua española, es, sin embargo, utilizada a diario por más de 500 millones de personas alrededor de todo el mundo, sin contar con gallegos y filipinos, con quienes compartimos esta singular y simpática letrita.

La eñe ha formado parte de nuestro idioma desde el siglo XV y no fue sino hasta la última década del siglo XX cuando estalló la polémica. Todo empezó por una resolución de la Unión Europea que dispuso la eliminación de la eñe de los teclados, en contra de una reglamentación que impedía hasta entonces comercializar en España productos informáticos que no tuvieran en cuenta todas las características del sistema gráfico español.

Y se armó la de San Quintín. La batalla por la eñe movilizó a los intelectuales hispanoparlantes. “Es escandaloso que la Comunidad Europea se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la eñe sólo por razones de comodidad comercial", se exasperó oportunamente Gabriel García Márquez y agregó que “los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la eñe no es una antigualla arqueológica, sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”.

María Elena Walsh, por su parte, desde el diario La Nación, clamaba “No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta el apócope”.

Uno no se imagina a los alemanes reclamando por la “eszet” (que reemplazan usando la doble s) o los franceses y portugueses, aún siendo latinos, defendiendo la “ç”, con el fervor que despertó nuestra bienamada eñe.

La campaña, finalmente, rindió sus frutos. En España, de 2 de octubre de 2007, la ñ junto con las tildes o las diéresis pueden formar parte del nombre de un dominio .es. , por iniciativa Red.es, entidad del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que tiene asignada en España la autoridad de registro de dominios de Internet.

De este lado del océano, también hubo novedades. En Argentina, a partir de septiembre de 2008, por la resolución 616/08 firmada a fin del mes de abril por el canciller Jorge Taiana, se podrán registrar sitios que lleven en el dominio la letra ñ y otras características propias del idioma español.

Es natural que en Tlön festejemos alborozados esta noticia que nos permitirá incluir la diéresis en nuestro dominio. Además, es sabido que nuestros habitantes reivindican toda suerte de causas absurdas e inútiles, que son la esencia del arte, es decir, de la vida.

LETRA Y MÚSICA

The Divine Comedy - The Booklovers

Como el propio título indica, es una canción hecha a la medida de los amantes de la literatura. Un destacado tlönista, conocedor de la música y curioso infatigable, nos ha hecho llegar la interpretación de la letra que transcribimos.

The Divine Comedy es el proyecto musical de Neil Hannon, un irlandés a quien invitaríamos gustosos a habitar en nuestro planeta. (Para más referencias: www.thedivinecomedy.com) La canción está en el album “Promenade”, editado en 1994.

La cita inferior con la que se inicia este tema, está extraída de la película Funny Face y la pronuncia Audrey Hepburn.

"This book deals with epiphenomenalism, which has to do with consciousness as a mere accessory of physiological processes whose presence or absence... makes no difference... whatever are you doing?"
(Este libro trata sobre el epifenomenalismo, en lo relativo a la conciencia como un mero accesorio del proceso fisiológico, cuya presencia o ausencia no hace diferencia… ¿qué se supone que estás haciendo?)

Aphra Benn: Hello (Hola)
Cervantes: Donkey (Asno)
Daniel Defoe: To christen the day! (Para bendecir el día)
Samuel Richardson: Hello (Hola)
Henry Fielding: Tittle-tattle Tittle-tattle... (Frase de la película "Tom Jones" de Tony Richardson, basada en la novela más famosa de este autor )
Laurence Sterne: Hello (Hola)
Mary Wollstoncraft: Vindicated! (Escribió una reivindicación de los derechos de las mujeres y por cierto era la madre de la conocida Mary Shelley)
Jane Austen: Here I am! (Aquí estoy)
Sir Walter Scott: We're all doomed! (¡Estamos perdidos!)
Leo Tolstoi: Yes! (¡Sí)
Honoré de Balzac: Oui... (¡Sí)
Edgar Allen Poe: Aaaarrrggghhhh! (En referencia a sus relatos de terror)
Charlotte Brontë: Hello... (Hola)
Emily Brontë: Hello... (Hola)
Anne Brontë: Hellooo..? (Al contrario que sus hermanas, en la canción este "hola" lo pronuncia un hombre, en relación con la sospecha que se tenía que sus novelas fueron escritas por su hermano varón, por ejemplo la conocida "Agnes Grey" )
Nikolai Gogol: Vas chi (Hola)
Gustav Flaubert: Oui (Sí)
William Makepeace Thackeray: Call me 'William Makepeace Thackeray” (Llámenme William Makepeace Thackeray)
Nathaniel Hawthorne: The letter 'A’(Famoso por escribir "La letra escarlata", una novela sobre el adulterio)
Herman Melville: Ahoy there! (Clara referencia a su novela Moby Dick. "Ahoy there" equivaldría más o menos a la expresión castellana "Ah del barco")
Charles Dickens: London is so beautiful this time of year... (Londres es tan hermoso en esta época del año. Aunque no era londinense, gran parte de sus novelas se desarrollan allí )
Anthony Trollope: good-good-good-good evening! (Buenas tardes)
Fyodor Dostoevsky: Here come the sleepers... (Aquí llegan los durmientes)
Mark Twain: I can't even spell Mississippi! (No puedo siquiera deletrear Mississippi. Similar al caso de Dickens, Twain hacía lo propio con la zona del río Mississippi)
George Eliot: George reads German (George lee alemán)
Emile Zola: J'accuse (Escribió "Yo acuso", una carta dirigida al presidente de la República Francesa denunciando el denominado "Caso Dreyfus", oficial francés de origen judío acusado de traición y enviado a la Isla del Diablo por esa causa)
Henry James: Howdy Miss Wharton! (¿Cómo está, Miss Wharton?. Fue amigo personal de la también escritora Edith Wharton)
Thomas Hardy: Ooo-arrr! (Hardy ubica sus novelas en el condado de Wessex, en cuya zona el acento inglés parece tener esa especie de pronunciación)
Joseph Conrad: I'm a bloody boring writer... (Soy un maldito aburrido escritor)
Katherine Mansfield: [cough cough] (Toses, dado que Mansfield murió tuberculosa)
Edith Wharton: Well hello, Mr James! (Bien, hola Mr, James. Comentario recíproco al de Henry James)
DH Lawrence: Never heard of it (Nunca escuché sobre esto)
EM Forster: Never heard of it! (Nunca escuché sobre esto. Se refiere a una adaptación al cine de su novela "Una habitación con vistas" en la que un personaje pronuncia esa frase, en referencia a un libro que otro está leyendo)

Happy the man, and happy he alone
who in all honesty can call today his own;
He who has life and strength enough to say
"Yesterday's dead and gone
I want to live today"
(Feliz el hombre y feliz por sí mismo, quien puede honestamente vivir solamente el hoy, quien tiene vida y fortaleza suficiente para decir “el ayer está muerto, quiero vivir el presente”. Es una traducción de un verso de una Oda de Homero realizada por el gran poeta inglés John Dryden)

James Joyce: Hello there! (Hola por acá)
Virginia Woolf: I'm losing my mind! (Estoy perdiendo la cabeza, en alusión a su desequilibrio emocional)
Marcel Proust: Je me'en souviens plus
F Scott Fitzgerald: baa bababa baa
Ernest Hemingway: I forgot the.... (Me olvidé…)
Hermann Hesse: Oh es ist alle so häßlich (Todo es tan horrible)
Evelyn Waugh: Whoooaarr!
William Faulkner: Tu connait William Faulkner?(¿Conocés a William Faulkner? Frase que pronuncia la actriz Jean Seberg en la película "Al final de la escapada" de Jean-Luc Godard)
Anaïs Nin: The strand of pearls (La hilera de perlas)
Ford Maddox Ford: Any colour, as long as it's black! (Cualquier color pero que sea negro. Este era el slogan de Henry Ford, el fundador de la empresa automovilística)
Jean-Paul Sartre: Let's go to the dome, Simone! (Vamos a Le Dome, Simone. Le Dome era una conocido café parisino frecuentado por Sartre y Simone de Beauvoir entre otros artistas de la época)
Simone de Beauvoir: C'est exact present (Es justo el presente)
Albert Camus: The beach... the beach (La playa, la playa. Mersault, protagonista de su novela El extranjero mata a un árabe en una playa)
Franz Kafka: WHAT DO YOU WANT FROM ME?! (¿Qué quieren de mí? Frase de la película basada en su novela El proceso)
Thomas Mann: Mam (Mami)
Graham Greene: Call me Pinkie, lovely (Llámame Pinkie, querido. Pinkie es el personaje protagonista de su obra Brighton Rock )
Jack Kerouac: My car's broken down (Mi coche está roto. Referencia a su novela On the road)
William S. Burroughs: Wowwww (Miembro de la generación beat, conocido también por su afición a las drogas alucinógenas)

Happy the man, and happy he alone
who in all honesty can call today his own;
He who has life and strength enough to say
"Yesterday's dead and gone
I want to live today"

Kingsley Amis: [cough] (Tos)
Doris Lessing: I hate men! (Odio a los hombres. Refiere a su feminismo empedernido)
Vladimir Nabokov: Hello, little girl... (Hola, jovencita. Alude a Lolita, su novela)
William Golding: Achtung Busby! (Menciona al sombrero de la guardia británica del palacio de Buckingham)
JG Ballard: Instrument binnacle (Expresión extraída de un pasaje de su novela Crash)
Richard Brautigan: How are you doing? (¿Qué están haciendo?)
Milan Kundera: I don't do interviews (No doy entrevistas. Efectivamente, jamás concedió ninguna)
Ivy Compton Burnett: Hello... (Hola)
Paul Theroux: Have a nice day! (Tengan un buen día)
Günter Grass: I've found snails! (¡Encontré caracoles! Escribió Diario de un caracol)
Gore Vidal: Oh, it makes me mad! (Esto me vuelve loco)
John Updike: Run rabbit, run rabbit, run, run, run (Corre, conejo, corre. Su serie de novelas protagonizadas por Harry "Rabbit" Angstrom comenzaban así.)
Kazuro Ishiguro: Ah so, old chap! (Los japoneses angloparlantes utilizan mucho la expresión "Ah, so" y el saludo se refiere a alguien de la zona rural)
Malcolm Bradbury: stroke John Steinbeck, stroke JD Salinger (Golpeen a John Steinbeck, golpeen a JD Salinger)
Iain Banks: Too orangey for crows!
AS Byatt: Nine tenths of the law, you know (Hay un proverbio inglés que dice "Possession is nine tenths of the law" que se traduce como "la posesión es lo que cuenta". Posesión es el título de una novela de esta autora)
Martin Amis: [burp]
Brett Easton Ellis: Aaaaarrrggghhh! (Es el autor de American Psycho, de algún modo se refiere a la novela)
Umberto Eco: I don't understand this either (Yo tampoco lo entiendo. La mayoría de las obras de Eco son difíciles de comprender)
Gabriel Garcia Marquez: Mi casa es su casa
Roddy Doyle: ha ha ha! (Es autor de la obra "Paddy Clarke ha ha ha" )
Salman Rushdie: Names will live forever... (Los nombres vivirán para siempre)