lunes, 20 de abril de 2009

1984 (George Orwell)


Es esta una novela política, más allá de su encuadre dentro de la ciencia-ficción distópica. Su autor la concibió como un alegato contra los totalitarismos de cualquier signo, aunque su referente histórico más próximo haya sido el estalinismo. Fue publicada en 1949 y tan grande ha sido su influencia que el término orwelliano se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela.

Retomando la camino abierto por Zamiatin en Nosotros, cuya influencia reconoció el autor, la obra ahonda acerca de la omnipresencia de la cosa pública en los asuntos privados de las personas. Mejor dicho: no existe privacidad en el universo de 1984. Es la consagración de la prisión panóptica de Bentham.

Para preservar el orden establecido, el gobierno no duda en recurrir a la policía del pensamiento, que culmina con la figura del Gran Hermano, un carcelero de la mente que trabaja las 24 horas. Establece una neolengua que rompe los lazos con el antiguo estado de las cosas, apelando a las teorías de Wittgenstein, filósofo del lenguaje que sostiene que lo que no puede ser nombrado, no puede ser pensado. Inventa una misteriosa y ficticia Habitación 101, dependiente del también misterioso y ficticio Ministerio del Amor, una verdadera usina de tortura psicológica.

En síntesis, el mundo de 1984 es la peor pesadilla jamás imaginada. Y esto lo descubrirá fatalmente su protagonista, Winston Smith. La acción transcurre en una futura Inglaterra, cuya sociedad está dividida en dos clases: los miembros del Partido Unico, que a cambio de su adhesion al sistema "gozan" de ciertos privilegios y una masa empobrecida y embrutecida que se mantiene al margen de la política y del sistema.

Las eufemísticas carteras que conforman el gobierno de 1984 son el ya mencionado Ministerio del Amor (a cargo de los castigos y la tortura), el Ministerio de la Paz (a cargo de la guerra permanente), el Ministerio de la Abundancia (a cargo de la miserable subsistencia de las personas) y el Ministerio de la Verdad (dedicado a destruir o manipular los documentos históricos para que coincidan con la versión oficial) En este último organismo trabajaba Winston Smith.

No existe una clase política visible. El Gran Hermano cumple todas las funciones: es el comandante en jefe, guardián de la sociedad, dios y juez supremo. En él están reunidos los ideales del Partido Unico al cual han de pertenecer todas las personas, menos los "prole", los descastados. Ni siquiera la familia está antes que el Partido: es habitual que los padres denuncien a sus hijos y viceversa, por no traicionarlo.

La situación internacional tampoco es alentadora. El planeta está dividido en tres superpotencias: Oceanía (Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y América) donde gobierna el Ingsoc o socialismo inglés, Eurasia (la Unión Soviética y Europa, excepto el Reino Unido), donde impera el neobolcheviquismo y Estasia (Asia Oriental) bajo el régimen de la Desaparición del Yo o Adoración de la Muerte. No hay donde exiliarse y constantemente los tres super-estados se encuentran en guerra, describiéndose estas como sangrientas y sin ningún respeto por los derechos humanos básicos.

El drama se desencadena cuando Winston se da cuenta que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son sólo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, mientras que, paralelamente, encuentra el amor de una joven rebelde. Juntos se enrolan en la Hermandad, supuesto grupo de resistencia que no es más que un instrumento del sistema para controlar a los disidentes.

Luego de ser sometido a tortura durantes meses, la voluntad de Winston se quiebra y termina por aceptar las falacias del Gran Hermano como única verdad. Es coaptado por el Partido.

Si bien Orwell apela a las experiencias del nazismo y del socialismo soviético, sumado a sus vivencias personales en la Guerra Civil Española, hay una enorme construcción de símbolos y signos a lo largo de toda la novela, que demandan una doble y triple lectura.

1984 ha tenido varias adaptaciones cinematográficas. En 1956, hace su versión Michael Anderson. En 1973, Woody Allen se inspira en ella para El dormilón, así como hará lo propio Terry Gilliam en 1985, con Brazil. Michael Radford, justamente en 1984, lleva a la pantalla una segunda versión basada directamente en la novela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario