lunes, 20 de abril de 2009

¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? (Philip K. Dick)



Novela corta, publicada en 1968, que alcanzó la fama mundial al ser adaptada a la pantalla grande, en la que, a juicio de muchos, es la mejor película del género: Blade runner (1982, Ridley Scott)

El mundo que plantea Dick es una verdadera catástrofe. En 1992 (2021 en las nuevas ediciones), el planeta está cubierto por polvo radiactivo, tras una guerra nuclear terminal. Las Naciones Unidas promueven la emigración de los seres humanos a las colonias ubicadas en distintos puntos del espacio, utilizando los medios de comunicación para fomentar esta política. Además, como incentivo, a cada familia que decida emigrar se les regala un androide hecho a su medida.

Por su parte, quienes permanecen en la Tierra, están expuestos a enfermedades y degeneración genética. Las ciudades son un verdadero caos. Los animales están en peligro de extinción. Como tener y cuidar un animal se considera signo de virtud cívica y de status, hay un intenso tráfico de animales. Los que no pueden pagar por ellos, compran una mascota eléctrica (recurso al que apela el protagonista, cuando su oveja muere de tétanos)

Hablando del protagonista, digamos que Rick Deckard es un ex-policía, cazador de recompensas ("blade runner" en el film), quien tiene la misión de eliminar a un grupo de androides de última generación casi idénticos a los seres humanos. Estos replicantes han llegado a la Tierra provenientes de una colonia espacial, de la cual huyeron debido a las terribles condiciones a la que estaban sometidos. Para diferenciar a los androides fugitivos de los humanos propiamente dichos se realizan una serie de tests, sobre todo relativos con las emociones y la empatía.

Hay presente también un ícono cultural mediático, Amigo Buster, que aparece en la televisión y en la radio 23 horas al día. Una de sus misiones es atacar al "mercerismo", un movimiento religioso y filósofico, basado en la figura de un hombre que vivió antes de la guerra. Los merceristas tienen alguna lejana similitud con el cristianismo. Comparten sus emociones a través de la "caja de empatía", una especie de televisor.

"Una vez me ocurrió: me fundí y alguien acababa de adquirir un animal. Y otro día –sus rasgos se oscurecieron por un instante; el placer se había disipado-, sentí a una persona cuyo animal había muerto. Otros tenían alegrías que compartir... Yo no tenía ninguna, como sabes; pero eso reanimó a esa persona. Uno puede llegar hasta un suicida en potencia; lo que uno tiene, lo que uno siente, puede...
—Ellos recibirán nuestra alegría —Replicó Rick—, pero nosotros cambiaremos lo que sentimos por lo que ellos sienten y la perderemos. [...]

—No perderemos realmente lo que sentimos, si lo tenemos claramente en el espíritu. Nunca has sentido del todo la fusión, ¿verdad, Rick?".

La novela tensa el límite entre lo natural y lo artificial, describe la decadencia de la vida y de la sociedad y plantea un dilema ético sobre los androides. También discurre acerca de la espiritualidad, aunque en cierto punto la pone en tela de juicio, cuando esboza la sospecha de que Mercer pueda haber sido un impostor. Lo que trasciende es la duda de que la realidad no sea más que una falsa apariencia de verdad y que, por el contrario, lo que aparece como falso sea más real y más perfecto. Así, los animales artificiales no enferman y los androides parecen más concientes del concepto de humanidad que los propios seres humanos.

En un mundo desolado, donde sólo cabe la perspectiva de empeorar minuto a minuto, no hay lugar para los sueños.

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