martes, 22 de abril de 2008

CONTROVERSIA

Clásico ¿se nace o se hace?

“Clásico no es un libro que necesariamente posee tales o cuáles méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con misteriosa lealtad”.

Comenzamos esta suerte de debate con la definición de quien imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca, para luego apelar a la etimología: del latín "classicus", clase social alta, define al autor u obra que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier literatura o arte.

El origen del término, tal como lo aplicamos, se remonta a cómo consideraban durante el Renacimiento y el Humanismo (siglos XV y XVI) al arte y la cultura grecorromanas. Sin embargo, estas nociones no arrojan ninguna luz sobre el tema en discusión.

Apelamos, entonces, a John Ruskin, para quien “todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento”. Introduce el concepto de que la perdurabilidad es uno de las características de los clásicos. “La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura”, diría Bioy Casares.

Otra idea recurrente es que abordar a un clásico es una tarea que demanda un trabajo intelectual o, al menos, el manejo de ciertos códigos. Vamos, que un clásico no es para cualquiera. Es literatura “elitista”, en oposición a otra literatura más “popular”. Hay miles de ejemplos que refutarían esta aseveración, pero está instalado que un clásico no es de lectura sencilla.

Francis Bacon afirma, en este sentido, que “algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”. Si bien no habla de complejidad, habla de cierta actitud en la lectura. Y es cierto que ante un clásico el lector se inclina con cierta reverencia.

Universalidad, persistencia, contenido, respeto. Hemos logrado definir algunos atributos de los clásicos. Agregaríamos oportunidad: un clásico es un producto cultural que representa a una época y que trasciende sus límites por aquello que decía Tolstoi de “pinta tu aldea y pintarás el mundo”.

Finalmente, Chesterton nos completa el panorama, con una de sus finas ironías: “El gran clásico es un hombre del que se puede hacer el elogio sin haberlo leído”. Un clásico es ese libro que luce en la biblioteca, el que hay que leer para ser bien conceptuado por los pares. Y en una sociedad de apariencias, donde vale más parecer que ser, el esnobismo letrado está a la orden del día.

Por supuesto que en Tlön trabajamos para ser los clásicos de mañana, mientras deshojamos una margarita, para decidir entre la fama y la gloria.

1 comentario:

  1. Precisamente ayer hablaba con un amigo de los clásicos que hemos leido durante nuestra vida y llegabamos a la conclusion de que nuestra generacion SÍ que los leia en las aulas... mientras que ahora la tendencia es a obviarlos en aras de una literatura "mas actual" y acorde con los tiempos que corren. Un terrible error que parece que nadie quiere solucionar :(

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