miércoles, 4 de junio de 2008

AL GRITO DE ¡MERDRE!

El legado del rey Ubú

El 10 de diciembre de 1896, París se conmocionaba cuando, al levantarse el telón del Théâtre de l’Oeuvre, se escuchaba la palabra ¡Merdre! Era el escandaloso estreno de Ubú rey, la obra con la cual Alfred Jarry marcaría el ingreso de la dramaturgia al mundo contemporáneo, anticipando el surrealismo, el dadaísmo y el teatro del absurdo.

Este monarca grotesco, innoble, ambicioso a la vez que cruel, cobarde y tiránico también dibujaría una acertada caricatura de los dictadores del siglo XX, razón por la cual ha sufrido censuras desde su accidentado estreno.

La fuente de inspiración es Macbeth, ampliado con una lente deforme. Jarry caricaturiza hasta la exageración, desde el tamaño del personaje, hasta la espiral de su enorme barriga, símbolo de un egocentrismo igual de gigantesco. Con esa misma lente, deforma el lenguaje, lo quiebra, lo reinventa.

La trama es simple: el capitán del ejército polaco, ex rey de Aragón y gran doctor en Patafísica, Ubú, decide derrocar al rey de Polonia, a instancias de su mujer y ayudado por el capitán Bordura. Cuando lo logra, instaura una terrible tiranía, que somete a los habitantes a altísimos impuestos e inhumanos castigos, haciendo un constante abuso. Mientras tanto, el rey derrocado, Bugrelao, pide ayuda al rey de Rusia para recuperar el trono. Finalmente Ubú es derrotado y huye con su esposa.

Lo notable de esta empresa es que su autor tenía apenas 15 años cuando la escribió. Y no sólo traza una sagaz pintura sobre el poder, la ignorancia, la arbitrariedad y la codicia, sino que también inventa el concepto de patafísica, la ciencia de las soluciones imaginarias.

“El lenguaje no pretende representar la realidad (de todas maneras no podría hacerlo puesto que miente) sino que sustituye la realidad”, explicaba Jarry. “Es el uso de la lengua como elemento de dominación”.

Jarry, un provinciano francés de sólida educación, había nacido en 1873, cuando el impresionismo estaba en auge, Julio Verne publicaba su Vuelta al mundo en 80 días y León Tolstoi su Anna Karenina. Vivió intensamente 34 años, hasta su suicidio, en 1907, casualmente, el mismo día en que a miles de kilómetros de París, en Añatuya, Santiago del Estero, nacía un tal Homero Manzioni, conocido como Homero Manzi.

La semilla plantada por Ubú fue cosechada por Antonin Artaud, Eugene Ionesco, Jean Genet, Samuel Beckett para poner en escena las miserias de la condición humana de un modo metafórico y para manifestarse, desde la expresión artística, en contra de toda forma de alienación y totalitarismo.

De más está decir que en Tlön tenemos un especial respeto por Monsieur Jarry. Y nos gusta jugar a ponerle rostro y nombre al esperpento de Ubú. Hoy, sin ir más lejos, lo vemos portando la cara de George W. Bush. ¡Merdre!

1 comentario:

  1. La ultima frase te ha quedado bordada, jajajaa!

    Desde el Planeta Galletario, mi mas sincera felicitacion por enseñarnos este Planeta Tlön, que con gusto hermanaremos al nuestro.

    Un saludo!!

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