miércoles, 8 de junio de 2011

L'enfant terrible


A Michel Houellebecq se lo toma o se lo deja, pero ante su literatura uno no permanece indiferente. Acusado de pornógrafo, racista, políticamente incorrecto, es sin duda la figura de las letras francesas del siglo XXI.

Nacido en la isla de la Reunión en 1958, su trabajo abarca la narrativa, la poesía y el ensayo con igual vehemencia. En 1994, se estrena con Ampliación del campo de batalla. Su novela Las partículas elementales, publicada en 1998, despertó polémica al presentar la historia de dos hermanos bastante patéticos en sus vidas privadas, en un marco en que la humanidad está completamente perdida y exhausta, producto de los experimentos sociológicos de los 60 y 70, la New age, la insatisfacción sexual y la falta de amor y de esperanzas. La ciencia, ese nuevo dios, aportará una salida un tanto distópica.

La seguirá Lanzarote (2000), Plataforma (2001), La posibilidad de una isla (2005)y El mapa y el territorio(2010). Ha recibido el premio Goncourt con esta última.

Su faceta como articulista (escribe para numerosas publicaciones, entre ellas, Les Inrrokuptibles)se puede evaluar en una antología llamada El mundo como supermercado. Tiene varios volúmenes de poesía, entre ellos Renacimiento y Supervivencia.

De Las partículas elementales, ofrecemos su comienzo, como para tentar a que continúen leyendo.

Hoy vivimos en un reino completamente nuevo,
Y la mezcla de circunstancias envuelve nuestros cuerpos,
Baña nuestros cuerpos,
En un halo ¿le júbilo.
Lo que los hombres de antaño presintieron a veces a través de la
música,
Nosotros lo llevamos a la práctica cada día.
Lo que para ellos pertenecía al campo de lo inaccesible y de lo absoluto,
Nosotros lo consideramos algo sencillo y conocido.
Sin embargo, no despreciamos a esos hombres;
Sabemos lo que debemos a sus sueños,
Sabemos que no seríamos nada sin la mezcla de dolor y alegría que
fue su historia,
Sabemos que llevaban nuestra imagen dentro cuando atravesaban el
odio y el miedo, cuando chocaban en la oscuridad,
Cuando escribían, poco a poco, su historia.
Sabemos que no habrían sido, que ni siquiera podrían haber sido, sin
guardar en el fondo de su corazón esa esperanza,
Ni siquiera podrían haber existido sin su sueño.
Ahora que vivimos en la luz,
Ahora que vivimos en las cercanías inmediatas de la luz
Y que la luz baña nuestros cuerpos,
Envuelve nuestros cuerpos,
En un halo de júbilo,
Ahora que nos hemos establecido en las cercanías inmediatas del río,
En tardes inagotables
Ahora que la luz en torno a nuestros cuerpos se ha vuelto palpable,
Ahora que hemos llegado a nuestro destino
Y que hemos dejado atrás el universo de la separación,
El universo mental de la separación,
Para bañarnos en la alegría inmóvil y fecunda
De una nueva ley,
Hoy,
Por primera vez,
Podemos contar el final del antiguo reino.

El 1 de julio de 1998 caía en miércoles. Así que con toda lógica, aunque fuese poco habitual, Djerzinski organizó su copa de despedida un martes por la tarde. Entre las cubetas de congelación de embriones y un poco aplastado por su volumen, un refrigerador Brandt albergaba las botellas de champán; por lo general servía para conservar los productos químicos corrientes.

Cuatro botellas para quince; era un poco justo. Por lo demás, todo era un poco justo; las motivaciones que los reunían eran superficiales; una palabra torpe, una mirada de reojo y el grupo corría el riesgo de dispersarse, de que cada cual saliera corriendo hacia su coche. Estaban en una habitación climatizada del sótano, embaldosada en blanco, decorada
con un poster de lagos alemanes. Nadie había propuesto que hicieran fotos. Un joven investigador llegado a principios del año, un barbudo de aspecto estúpido, se eclipsó al cabo de unos minutos con la excusa de tener problemas de garaje. Un malestar cada vez más
perceptible se extendió entre los invitados; las vacaciones llegarían pronto. Algunos iban a la casa familiar, otros hacían turismo verde.

Las palabras cruzadas restallaban lentamente en el aire. Se separaron deprisa. A las siete y media, todo había terminado. Djerzinski atravesó el aparcamiento en compañía de una colega de largo pelo negro, piel muy blanca y senos voluminosos. Era un poco mayor que él; estaba claro que le sucedería en la dirección de la unidad de investigación. La mayor parte de sus publicaciones trataban sobre el gen DAF3 de la drosofila; era soltera.

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