martes, 4 de noviembre de 2008

CON U DE UNIVERSAL

Narrador, poeta, ensayista, dramaturgo, filósofo, docente, político y vasco hasta la médula, Miguel de Unamuno nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864. Formado en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, llegó a ser rector de la Universidad de Salamanca, hasta que sus posiciones políticas contrarias a la monarquía y a la dictadura de Primo de Rivera hacen que sea destituido y desterrado a la isla de Fuerteventura, en las Canarias, de donde luego emigró a Francia.

Con la caída del dictador, regresó a Salamanca y se presentó en las elecciones como candidato a concejal por la alianza entre republicanos y socialistas. Recupera su cargo en la Universidad, proclama la República, pero luego, desencantado, apoya a los franquistas en la Guerra Civil. De este entusiasmo será nuevamente desengañado, cuando ve las atrocidades cometidas por la falange. Unamuno se arrepiente públicamente: “Venceréis pero no convenceréis”. Nuevamente arrestado, desolado, asqueado por el horror, muere el 31 de diciembre de 1936.

Su filosofía es la negación de toda sistematización de la filosofía. Educado en el racionalismo y en el positivismo, abjura de ambos, tal como se puede apreciar en su obra “Amor y pedagogía”, una sátira sobre la educación. Como Kierkegaard, a quien llamaba en sus obras “hermano” y por quien estudió danés para poder leerlo sin traducciones, la fe fue objeto de estudio, entendiendo que siempre existe un conflicto interior entre la necesidad de fe y la razón que la niega.

Su gran legado filosófico constituye también su testamento político, “El sentimiento trágico de la vida”, escrito durante la guerra civil. En este texto, Unamuno plantea que el hombre nace con el estigma de conocer su propia finitud y que sus creaciones y actos son maniobras desesperadas para eludir este destino y trascender.

A medio camino entre el ensayo social y la crítica literaria publica “Vida de Don Quijote y Sancho Panza”, una lectura sobre la realidad española a través de dos personajes arquetípicos, contrapuestos y complementarios a la vez.

La obra literaria de Unamuno se dispensa en poesía, novela y teatro. Su poética tiene como temas principales el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica. En su dramaturgia, presenta su habitual esquema filosófico (de allí su escaso éxito, está de más decirlo)

Era un prosista innato, de allí que fue en la narrativa donde mejor se desenvolvió. Para poder desprenderse de los rígidos esquemas narrativos de la época, inventa un género propio, la nivola, con cuyos cánones publica “Niebla” (1914)

En “Abel Sánchez”, invierte el mito bíblico de Caín y Abel para desnudar la trama de la envidia. En “La tía Tula” se centra en el anhelo de la maternidad y en “San Manuel Bueno, mártir”, aborda el tema de la fe versus la racionalidad.

Muchas veces tosco, siempre apasionado, intelectualmente honesto hasta en sus errores, Unamuno es tal vez el vasco más español y el español más universal, simplemente por que no necesita proclamar su origen ni justificarse.

Su epitafio dice: “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”. En Tlön, donde los dioses se emborrachan y profieren improperios a diestra y siniestra, le tenemos reservado un lugar en la barra del café a don Miguel, a la izquierda de Sören, su hermano.

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