martes, 10 de febrero de 2009

LA LOCA DE BLOOMSBURY


“Salía con 30 años después de almorzar y volvía a cenar con 55 por lo menos”

La residencia de 22 Hyde Park Gate, del coqueto barrio de Kensington, Londres, era visitada por la élite intelectual y artística de la sociedad victoriana. En esa casa se crió Adeline Virginia Stephen, nacida el 25 de enero de 1882, hija de las segundas nupcias del historiador Sir Leslie Stephen y de Julia Prinsep Jackson.

Pero no todo era un lecho de rosas en esta estampa familiar. Según sus biógrafos, la joven fue abusada por dos de sus hermanastros, habidos en el primer matrimonio de su madre, Gerald y George Duckworth. La secuela de estas vejaciones habría dado origen al trastorno bipolar que sufriría toda su vida.

No fue a la escuela, sino que se educó en su casa con profesores particulares y bajo la tutela de su padre. Al morir su madre, en 1895, tuvo su primer episodio de depresión. Ese fantasma volvería acecharla en 1904, en ocasión de la muerte de su padre, cuando intentó suicidarse a base de somníferos. Fue entonces cuando quedó al cuidado de su hermana Vanessa, con quien se fue a vivir al barrio de Bloomsbury.

Al igual que había ocurrido en la casa de Kensington, rápidamente esta nueva ubicación se convertiría en un refugio intelectual visitado por los escritores E. M. Forster, el economista John Maynard Keynes, la pintora Dora Carrington y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Había nacido el “grupo de Bloomsbury”.

A los treinta años, se casó con Leonard Woolf, economista y miembro de este núcleo de vanguardia. Nace Virginia Woolf. Con su esposo fundarán la Hogarth Press, editorial que publicó las obras de Virginia y de otros escritores como Katherine Mansfield, T. S. Eliot y Sigmund Freud.

Influenciada por la lectura de Henri Bergson, Virginia le dio especial importancia al tiempo narrativo, tanto en la sensación de tiempo real que fluye de la conciencia interior del personaje como su relación con el tiempo histórico y colectivo.

Quizás donde mejor logró desarrollar esta original forma de contar ha sido en Orlando, un viaje a través de quinientos años de la historia inglesa, mechado con algunos episodios de la vida de su amiga y también escritora Vita Sackville-West.

La novela trata sobre un adolescente del siglo XVI inglés, que aspira a dejar una huella útil de su paso por el mundo. Comienza a explorar la literatura, pero rápidamente se siente desengañado por la mediocridad imperante. Finalmente, comprende que lo que verdaderamente importa es la obra, no quien la haya creado. La ambigüedad y el anonimato es una constante en el texto, así como la presencia de lo simbólico. Por ejemplo el hecho de que su casa tenga 365 habitaciones.

La trama lo ubica luego en Constantinopla y allí le sucede algo insólito: después de una fiesta se va a la cama y duerme durante 7 días (nuevamente un número simbólico) y cuando despierta nota que se ha convertido en mujer.

Este largo sueño también tiene un significado simbólico, de paréntesis entre dos etapas, en contacto directo con el inconsciente. Y su nuevo estado lo atrapa con el recuerdo intacto, con el mismo rostro. Es un ser que abarca los dos sexos, con una misma identidad.

Después de esa transformación, abandona la ciudad y huye con una tribu de gitanos, amparado en la vestimenta turca que no revela su sexualidad. Con ellos vive hasta que comienzan a sospechar de ese joven de actitud contemplativa y solitaria.

Al volver a Inglaterra, se completa el cambio. Vestido como mujer, viviendo como mujer, descubre que esos modales sumisos y recatados supuestamente femeninos son una postura falsa, mera apariencia. Orlando ahora puede observarlos objetivamente, desde afuera. También repara en las ventajas de su condición: no tener necesidad de preocuparse por ambiciones externas y poder dedicarse por completo a la contemplación y al amor.

Orlando atraviesa las épocas, como atraviesa los sexos, hasta llegar hasta el siglo XX. Durante todo ese tiempo escribe y corrige un manuscrito llamado “La encina”, con el que pretende encontrar su verdad.

Virginia Woolf lo relata a modo de biografía, con cortes, idas, venidas, notas al pie, que narran la vida de este personaje ambivalente, desde su adolescencia hasta los 36 años. Hay pinceladas de ironía sobre la sociedad en la que Virginia tuvo que vivir. Hay una mezcla entre lo sensorial y lo racional, lo íntimo y lo externo.

Orlando fue publicado en 1929. Su creadora murió en 1941, al sumergirse en el río Ouse con sus bolsillos cargados de piedras. Virginia Woolf fue redescubierta durante los años 70, gracias a su ensayo Una habitación propia, uno de los textos fundamentales del feminismo, en donde habla acerca de las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

“Gracias a Dios soy mujer, gritó y estuvo a punto de incurrir en la suprema tontería —nada más afligente en una mujer o un hombre— de envanecerse de su sexo. La oscuridad que separa los sexos y en la que se conservan tantas impurezas antiguas, aún no abolida..”

“Pues el amor, al que podemos volver ahora, tiene dos caras: una blanca, otra negra; dos cuerpos: uno liso, otro peludo. Tiene dos manos, dos pies, dos colas, dos, en verdad, de cada miembro y cada uno es el reverso exacto del otro. Sin embargo están ligados tan estrechamente que es imposible separarlos”

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