martes, 24 de febrero de 2009

UN DANDY EN LA CÁRCEL DE READING


Poeta, cuentista, dramaturgo, autor de frases citadas hasta el hartazgo, Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde fue otro de los irlandeses geniales, que vio la luz en la decadente Inglaterra victoriana. Nacido en Dublín, en 1854, hijo de un prestigioso médico cirujano y de una militante y escritora nacionalista, estudió en los mejores colegios, donde tuvo una actuación destacada, graduándose con honores como Bachelor of Arts.

Luego de que Bram Stoker le birlara una novia, abandonó Irlanda y se instaló definitivamente en Londres, donde contrajo matrimonio. Allí se constituyó uno de los pilares del esteticismo y una de las figuras más relevantes y polémicas de los salones. Aunque su apariencia y su extravagancia no lo hicieran suponer, políticamente comulgaba con el socialismo anarquista (como luego lo haría su coterráneo, George Bernard Shaw, desde la Sociedad Fabiana)

En 1895, en la cima de su carrera, llega el escarnio. El marqués de Queensberry, padre de Lord Alfred Douglas, lo acusa de sodomía, por la íntima amistad que mantenía con su hijo. Fue hallado culpable y condenado a dos años de trabajos forzados. De esta experiencia nacen De Profundis y La balada de la cárcel de Reading. Desilusionado, abandona Londres y se establece en Paris, bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth, donde muere en 1900.

El fantasma de Canterville, El príncipe feliz, El ruiseñor y la rosa, El retrato de Dorian Gray, El gigante egoísta son algunos de los cuentos inolvidables que nos ha regalado su pluma.

El hombre que contaba historias
Había una vez un hombre muy querido de su pueblo porque contaba historias. Todas las mañanas salía del pueblo y, cuando volvía por las noches, todos los trabajadores del pueblo, tras haber bregado todo el día, se reunían a su alrededor y le decían:

-Vamos, cuenta, ¿qué has visto hoy?
Él explicaba:
-He visto en el bosque a un fauno que tenía una flauta y que obligaba a danzar a un corro de silvanos.
-Sigue contando, ¿qué más has visto? -decían los hombres.
-Al llegar a la orilla del mar he visto, al filo de las olas, a tres sirenas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.

Y los hombres lo apreciaban porque les contaba historias.

Una mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas... Mas al llegar a la orilla del mar, he aquí que vio a tres sirenas, tres sirenas que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, como continuara su paseo, en llegando cerca del bosque, vio a un fauno que tañía su flauta y a un corro de silvanos... Aquella noche, cuando regresó a su pueblo y, como los otros días, le preguntaron:

-Vamos, cuenta: ¿qué has visto?
Él respondió:
-No he visto nada.

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