jueves, 29 de enero de 2009

UNA COPA DE SAKI

Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde. (J.L.B)


A veces macabro, otras deliberadamente ingenuo, siempre agudo y certero en la observación de la decadente sociedad victoriana que lo cobijó, Héctor Hugh Munro fue, como Kipling y como Thackeray, un escritor británico originario de las colonias de Oriente.

Nació en Akyab, Birmania (hoy Myanmar) en 1870, lugar donde su padre desempeñaba un cargo oficial y fue enviado a Inglaterra, luego de la muerte de su madre, para ser criado por su abuela y sus tías solteronas, en un ambiente puritano y cruel, que reflejaría en sus textos y que le imprimirían esa mirada de horror sobre el mundo de los adultos.

Estudió humanidades, hasta que, al regreso de su padre, la familia se estableció en Davos (Suiza) donde completó su educación con ciencias naturales, francés y alemán. En 1893 ingresa a la policía birmana, pero debe regresar a Europa a causa de su precaria salud. Se instala en Londres, decidido a ganarse la vida escribiendo, trabajando primero como periodista.

En 1900 publica su primer libro “The rise of the Russian Empire”, un relato histórico de la historia rusa desde la llegada de los Romanov hasta 1899. Le sigue “The Westminster Alice”, una recopilación de sus artículos publicados en “The Westminster Gazette” y que, utilizando una parodia a “Alicia en el País de las Maravillas”, ataca la política inglesa durante la guerra de los bóers.

Es en este libro cuando nace el seudónimo de Saki. Algunos biógrafos afirman que el origen está en el nombre del copero que aparece en el Rubaiyat de Omar Khayyam, mientras que otros sospechan que alude a un mono sudamericano de larga cola, personaje principal del cuento “The Remoulding of Groby Lington".

En 1904 publica “Reginald”, quince monólogos y diálogos en el estilo de las comedias de Wilde, y viaja a San Petersburgo enviado por el Morning Post, donde permanecerá dos años. De esta estadía surgirá “Reginald en Rusia”

En 1912 publica su primer novela, "The Unbereable Bassington" (El insoportable Bassington), y un volumen de cuentos, "The Chronicles of Clovis" (Las crónicas de Clovis), al que seguirán “Beasts and superbeasts” (Bestias y superbestias) y su segunda novela, “When William came” (Cuando vino William), en la cual imagina una Inglaterra bajo la ocupación alemana.

En 1914, se enrola como voluntario en el ejército al estallar la primera Guerra Mundial y parte a Francia con una compañía de fusileros, rechazando un ascenso que lo habría protegido del campo de batalla. Muere en combate, cerca de Beaumont-Hamel (Francia), el 13 de noviembre de 1916, en calidad de sargento de los Royal Fusiliers.

Considerado uno de los maestros del cuento corto, admirado por la austeridad en el relato, por ese arte desnudo que permite atisbar las terribles profundidades del hombre, en Tlön pensamos que la literatura no le ha hecho suficiente justicia.

"Se conoce a un hombre por las compañías que frecuenta". Bienvenida sea, entonces, la compañía de Saki.

La ventana abierta

- Mi tía bajara enseguida, señor Nuttel - dijo con mucho aplomo una señorita de quince de años -; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.
Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudo mas que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.
- Sé lo que ocurrirá- le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural -: te encerraras no bien llegues y no hablaras con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.

Framton se pregunto si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificadas entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí?- pregunto la sobrina, cuando considero que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.
- Casi nadie - dijo Framton -. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para alguna personas del lugar.
Hizo esta ultima declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.
- Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía- prosiguió la aplomada señorita.
- Solo su nombre y su dirección- admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o seria viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.
- Su gran tragedia ocurrió hace tres años - dijo la niña -; es decir después que se fue su hermana.
-¿Su tragedia?- pregunto Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.
- Usted se preguntara porque dejamos es ventana abierta de par en par en una tarde de octubre- dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.
- Hace bastante Calor para esta época del año - dijo Framton - pero ¿que relación tiene esa ventana con la tragedia?

- Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en un ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preveerlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.

A esta altura del relato, la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana -. Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entraran por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuantas veces me habrá contado como salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por que saltas?", porque sabia que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...

La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.

- Espero que Vera haya sabido entretenerlo - dijo.
- Me ha contado cosas muy interesantes- respondió Framton.
- Espero que no le moleste la ventana abierta - dijo la señora Sappleton con animación ; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado que dejaran mis pobres alfombras después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?

Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado pero solo a medias exitoso de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.

- Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos - anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio- Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.
-¿No?- dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a ultimo momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención mas viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.
-¡Por fin llegan! – exclamó -. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos ¿no es verdad?

Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenia puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miro en la misma dirección.
En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime Bertie, por que saltas?"

Framton agarro deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un choque inminente.

- Aquí estamos, querida - dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana -: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos? – Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel - dijo la señora Sappleton -; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparando sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había vista un fantasma.

- Supongo que ha sido a causa del spaniel – dijo tranquilamente la sobrina -; me contó que los perros le producían horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esos bichos que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.

La fantasía sin previo aviso era su especialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario