martes, 4 de agosto de 2009

VICTOR FRANKENSTEIN


Este es un caso único en la literatura universal. No sólo el personaje se ha tragado al autor, sino que el monstruo se ha adueñado del nombre del personaje principal, armando una tremenda confusión. Porque Frankenstein es el estudiante de medicina obsesionado con crear vida, no la criatura. Sin embargo, basta mencionar el apellido para que uno se imagine ese ser hecho de retazos, que el cine ha representado lleno de tornillos y cicatrices y de color verdoso.

Frankenstein o El moderno Prometeo, publicado en 1818, fue producto de un desafío entre jóvenes bohemios de vacaciones en Suiza. La apuesta era construir un relato de terror, pero esta muchacha de crianza liberal, hija de una militante feminista y de un filósofo, fue más allá del modelo gótico. A caballo de los adelantos científicos del siglo XIX, imaginó un investigador que juega a ser dios, sin calcular los riesgos de su proyecto. En este sentido, es un ángel caído, un Satanás que se rebela contra lo establecido y que quiere adquirir un conocimiento que le está vedado.

"Vi, con los ojos cerrados pero con una nítida imagen mental, al pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al objeto que había armado. Vi al horrible fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con un movimiento tenso y poco natural. Debía ser terrible; dado que sería inmensamente espantoso el efecto de cualquier esfuerzo humano para simular el extraordinario mecanismo del Creador del mundo".

En cuanto a la criatura, que simboliza a la humanidad, tampoco la autora cifra grandes esperanzas. A contrapelo de las ideas positivistas de la época, Mary Shelley descree del progreso permanente y arroja una mirada escéptica sobre el papel que la cultura puede ejercer para mejorar la especie. A pesar de esto, hay una cierta piedad al retratar al monstruo como víctima antes que como victimario.

La obra es considerada la primera novela de ciencia ficción y eclipsó toda la producción posterior de su autora y su propia biografía, digna de un personaje literario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario