viernes, 15 de mayo de 2009

AQUEL QUE VIO TODO


La literatura escrita tiene un texto fundacional: el Poema de Gilgamesh. Copiado en tablillas de arcilla con caracteres cuneiformes que datan del II milenio a.C., fueran recopilados por el rey Asurbanipal de Nínive.

La epopeya cuenta la historia del rey de Uruk, quien se cree vivió aproximadamente en 2500 a.C., pero aún hoy en día, con tanto superhéroe, sus aventuras mantienen vigencia. Será que, precisamente, Gilgamesh es el primer personaje inmortal.

El relato está estructurado en doce tablillas, siguiendo un orden astrológico y fueron encontradas por los arqueólogos al final del siglo XIX. La traducción definitiva fue realizada en 1984 y contó con la colaboración del escritor británico John Gardner.

Al comienzo, nos enteramos de que Gilgamesh no es un buen rey. Somete a su pueblo a su poder tiránico y los súbditos deciden quejarse al dios del cielo, Anu, quien en respuesta al reclamo, crea un héroe, Enkidu. Sabemos que Enkidu es peludo, que viste el atuendo de los pastores, que no tiene patria ni familia y vive en estado salvaje, en perfecta armonía con la naturaleza.

Gilgamesh se entera de la existencia de Enkidu por medio del chisme de otro pastor, que le va con la queja, dado que le había desarmado las trampas para cazar animales. Gilgamesh entonces idea un plan: mandarle una prostituta para que lo seduzca y le haga abandonar la vida en la montaña.

Durante seis días y siete noches, Enkidu se regocijó con la señorita, al cabo de los cuales se sintió satisfecho y regresó a sus animales, que se espantaron al verlo. Su inteligencia había despertado: era otro hombre. La prostituta trató de consolarlo, aconsejándole que abandonara la vida salvaje, dado que ahora era "como un dios".

Es ella la que va a descubrirle los rudimentos de la vida civilizada: le hace cambiar de ropa, le enseña a comer y a beber y lo lleva a la ciudad. En Uruk, Enkidu se anoticia de los atropellos cometidos por el rey Gilgamesh y decide hacerlo entrar en razón. Antes de enfrentarlo, somete a los animales que acechaban a los pobladores, como forma de demostrar que ha cambiado.

Es recibido por la gente con gran algarabía, como un protector. En tanto, Gilgamesh ha tenido un sueño premonitorio sobre la llegada de Enkidu. Este lo sorprende cuando se habia concedido el derecho de pernada sobre las jóvenes a punto de casarse y lo derrota en combate. Gilgamesh reconoce el valor de Enkidu y lo convierte en su mejor y único amigo. Luego de este encuentro, el rey abandona sus insensateces y gobierna justamente.

Para terminar con un mal que asolaba la región, juntos deciden atacar a Humbamba, custodio del Bosque de los Cedros, colocado allí por el dios Enlil. Enkidu duda, porque conoce el terrible poderío del monstruo. La gente también trata de disuadir a Gilgamesh. Pero ya se sabe que no hay peor fanático que el recién converso y el rey insiste en acometer la hazaña.

Por suerte para ellos, resultan victoriosos y son recibidos apoteóticamente. Gilgamesh realiza un ritual de purificación, tras el cual aparece tan bello que excita la lujuria de la diosa Ishtar (que ya de por sí era bastante ligera de cascos) La diosa le propone matrimonio al rey, quien la rechaza, recordándole su pasado non sancto, que incluye hombres y animales. Furiosa, la despechada le pide ayuda al dios Anu. Este envía un toro celeste a la tierra, para aterrar a los hombres. Sin embargo, nuestros héroes lo liquidan en un abrir y cerrar de ojos.

La diosa, vengativa, los maldice y llama a un consejo de dioses quienes deciden acabar con Enkidu, para salvar a Gilgamesh (que era un semidiós) Enkidu se entera en sueños de la decisión divina y se enferma mortalmente. Ya agonizando, maldice a la prostituta y al pastor que lo habían sacado de su estado salvaje para llevarlo a una muerte tan terrible, pero el dios Shamash le hace ver las virtudes de su nueva condición.

Gilgamesh está acongojado por la muerte de su amigo, hecho que no acepta hasta que el cadáver entra en descomposición. Se envuelve en una piel de león y decide llegar hasta los dominios de Utnapishtin, héroe del diluvio universal, a quien los dioses le habían concedido la inmortalidad.

Luego de varias peripecias, llega a orillas del Mar de la Muerte, donde el barquero lo cruza hasta la isla donde mora Utnapishtin. Este le hace comprender la inutilidad de su empresa y lo convence de regresar a Uruk. Pero no lo manda con las manos vacías: le da el secreto de una planta que hace rejuvenecer. La consigue, no sin dificultad, pero en el camino de regreso a casa se la roba una serpiente.

Sin esperanzas de vida eterna, vuelve a su ciudad, en la que permanecerá hasta su muerte. El poema culmina con la exaltación de la memoria del héroe: sin saberlo, ha conseguido lo que se proponía pues su nombre, tal como él deseó, se ha hecho eterno.

Además de su estructura épica, con su retahíla de andanzas gloriosas y extraordinarias, el texto tiene un trasfondo filósofico: es una alegoría que expone el problema del hombre frente a su propia muerte. Tema que, como se ve, es inherente a la condición humana desde los principios de la historia. Hay otra referencia curiosa en el mito de Gilgamesh: el tabú del incesto, cuando penaliza la relación entre Enil y Ninlil.

Pero además introduce otro dilema: estado de naturaleza versus cultura. Una disyuntiva que sería abordada por los filósofos modernos, como Hume y Rousseau y por los antropólogos como Levi-Strauss. Enkidu sería así el buen salvaje que transita el camino hasta su adaptación a la vida en sociedad. Cuando muere, Gilgamesh intenta recorrer el camino inverso, para aliviar su angustia ante la muerte. El mensaje que trasciende en esta simbologia es que es la conciencia de la muerte lo que nos aterra, conciencia que se adquiere en la medida en que el ser humano adquiere racionalidad.

La atemporalidad del poema, entonces, está lograda doblemente: por lo paradigmático de sus personajes y por lo universal del tema que desarrolla.

Para el texto completo: http://www.triplov.com/poesia/gilgamesh/index.html

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