viernes, 15 de mayo de 2009

A MITAD DEL CAMINO DE LA VIDA


Se nos ocurre que quien mejor interpretó la monumental obra de Dante Alighieri ha sido Hyeronimus Bosch, de quien tomamos prestado el Infierno. Ambos artistas comparten la característica de dotar a un tema de indole religiosa y espiritual de una estremecedora y terrenal humanidad.

Ambos, también, tienen la particularidad de resultarnos atemporales. Dante, por su parentesco con la literatura grecorromana clásica, El Bosco, por su pincelada surrealista. Pero enfoquemos la atención en la obra del toscano, nacido en 1265 en la ciudad de Florencia.

La Divina Comedia es, esencialmente, un poema épico dividido en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Cada una de ellas está, a su vez, dividada en cantos compuestos por tercetos. La simbología del número 3 marca toda la construcción de la obra, significando tanto la Santísima Trinidad, como el equilibrio y la figura pitagórica del triángulo. Tres son los personajes principales: Dante (simboliza al Hombre), Beatrice (la Fe) y Virgilio (la Razón) Tres son los versos de cada estrofa y cada una de las tres partes consta de treinta y tres cantos. Además, Dante utiliza el número cabalístico 10, por lo que lleva la composición a un total de 100 cantos, sumado el canto de la introducción. Diez también son los niveles del Infierno (nueve círculos, más el Anteinfierno)

La primera parte cuenta el descenso al inframundo. Dante, acompañado por Virgilio, su maestro y guia, recorren los nueve círculos en los cuales se castiga a los impíos. Allí moran personajes históricos y contemporáneos del autor, recibiendo un castigo acorde a sus faltas, por toda la eternidad. Vale la pena destacar a quiénes manda Dante al mismísimo demonio:

Primer círculo: el Limbo de los no bautizados, mansión de los Justos
Segundo círculo: los lujuriosos y los que pecan por amor, sometidos al castigo de la soledad absoluta, bajo la mirada atenta del rey Minos.
Tercer círculo: los glotones, los soberbios y los envidiosos, azotados por una tormenta y desollados por el Cerbero.
Cuarto círculo: los pródigos y los avaros, empujándose entre sí y arrastrando enormes pesos: es el club de los Papas y los cardenales.
Quinto círculo: los orgullosos, los librepensadores y los materialistas.
Sexto círculo: los herejes, metidos en sepulcros de fuego.
Séptimo círculo: vigilado por el Minotauro, lo conforman tres subcírculos destinados a los violentos, los suicidas y violentos contra Dios, contra la naturaleza y contra la sociedad.
Octavo círculo: los fraudulentos, acomodados en fosas de distinto nivel, según se trate de rufianes y seductores, aduladores y cortesanos, simoníacos, adivinos, los que trafican con la Justicia, hipócritas, ladrones, consejeros, escandaloso y charlatanes.
Noveno círculo: los traidores, la lacra de las lacras, inmersos en una llanura de hielo.

El segundo recorrido es a través del Purgatorio. Si Dante hubiera vivido en tiempos de Benedicto XVI podría haberse ahorrado este tramo, dado que este sector del más allá ha sido suprimido por decreto papal. Aquí se despide Virgilio, ya que al ser pagano le está prohibido acceder al Paraiso, constituyendo la despedida entre ambos poetas uno de los pasajes más conmovedores de la obra. El Purgatorio es una montaña escalonada y se avanza peldaño a peldaño a medida de que uno se redime de sus pecados. En la cumbre se halla la fuente Eunoe, cuyas aguas tienen el poder de hacer olvidar lo malo.

Ya purificado, Dante accede al Paraíso, donde lo espera su amada Beatrice. Es este Paraiso una rosa y en cada pétalo se encuentra un alma. Dios se encuentra en el centro de la flor, rodeado por los coros angélicos. Cuando el poeta dirige sus ojos hacia él, se desmaya y despierta.

El poema simboliza la constante lucha del bien y del mal en el interior del ser humano. Los tres mundos, Infierno, Purgatorio y Paraíso, reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. Es un universo sobrenatural, pero verosímil. Dante apela a personajes cristianos y mitológicos, haciendo un sincretismo perfecto. Puede interpretarse de acuerdo con los cuatro significados que se le atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico (elevarlo a la esfera de la divinidad) El autor lo llamó "comedia" porque tiene un final feliz, luego de llevar a cabo un viaje indudablemente "dantesco".

Para el texto completo: http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/dante/da.htm

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