martes, 4 de mayo de 2010

Julia


Las mujeres necesitamos la belleza para que los hombres nos amen, y la estupidez para que nosotras amemos a los hombres.
Coco Chanel

"He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. [...] Para ello he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo. He proveído en las primeras escenas de abundante material que en el desarrollo se elabora, se trabaja, se repite, se amplía lo mismo que el tema de una composición musical."

Así explicaba August Strindberg su genial composición de personajes antagónicos que protagonizan el drama "La señorita Julia", una historia de amor deforme y mal parido y, a la vez, una alegoría entre dos épocas, una pintura de las clases sociales y una manifestación de la lucha de sexos.

La condesa Julia es una burguesa aburrida, incoherente y bastante pusilánime a quien una noche de alcohol y algarabía popular la hace trasponer el límite y revolcarse alegremente con su criado, Jean. Este no es precisamente un dechado de virtudes: resentido, ventajero e insensible, se propone aprovecharse de su ama y utilizar su lugar de amante para convencerla de robar a su padre y huir juntos.

Julia sabe que la relación es enfermiza, que ninguno de los dos siente respeto por el otro y cabalga entre sentimientos encontrados de amor y odio. Jean no tiene más sentimientos que su ambición. Julia lo descubre cuando él mata a su canario: "¡Mátame a mí también! ¡Mátame! ¡Tú que eres capaz de matar a un animal inocente sin que te tiemble la mano! ¡Ah, te odio y te desprecio!".

Pero ya es tarde, el drama está a punto de estallar. Julia no sabe resolverlo: incapaz de la hipocresía de volver a su vida anterior, incapaz de romper con las convenciones sociales, huye con la velada sugerencia del autor de que cometerá suicidio.

Strindberg presenta, ante todo, un drama psicológico que enfrenta a dos perdedores: una Julia que no puede estar a la altura de su linaje y que se inmola sin grandeza luego de haber sucumbido, y un Jean de una personalidad psicopática, carente de remordimientos, sin otro impulso motivador que el ascenso social. Es una crónica de lo que no debió ser nunca, de lo que sólo fue por obra del instinto.

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